Este bien artístico funerario ha sido identificado en el marco del trabajo integral sobre el Patrimonio escultórico y conmemorativo de San Isidro, que vengo realizando con la colaboración de la arquitecta Marcela Fugardo.
Se trata de una de las pocas piezas
artísticas originales (es decir, no fabricadas en serie) y cuya autoría se debe
a un célebre artista argentino, que hallamos en el Cementerio Central de San
Isidro. Los encargos de piezas funerarias privadas, aun de menor escala, venían
a suplir, para muchos escultores, la encomienda de grandes monumentos públicos.
Estos últimos no eran, obviamente, una oportunidad que se presentara con
frecuencia, aun cuando algunos artistas (como el caso de Lagos) supieron sacar
provecho de las demandas monumentales para el espacio público.
El perfil izquierdo de Horacio Beccar Varela
ha sido representado en un medallón o “tondo”
de bronce que exhibe la pátina de los años. Con excepción de la oreja, el resto
de las facciones y, precisamente, los cabellos, han sido sumariamente trazados
por el escultor. La acentuación de las masas musculares del rostro y del
cuello, y el marcado trazo del pómulo, confieren al retrato un dinamismo
expresionista y, a la vez, una impronta consular que remite a los retratos heroicos
clásicos y a su intención de inmortalizar al retratado.
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