Mayo de 2017
El pasado 17 de mayo en horas de la
tarde, en el Museo del Banco Provincia, ante un grupo de amigos, colegas y
colaboradores (fue llamativa, empero, la ausencia de representaciones de
algunas instituciones) se tributó un homenaje al Arq. Dr. Alberto S.J.de Paula,
quien ocupó la dirección de esa entidad. Del homenaje participó el Dr. Oscar
Andrés De Masi, editor senior de nuestro blog, quien compartió la mesa
evocativa junto con el ex director del Museo, Ing.º Agustín San Martín, y dos
entrañables amigos y colegas del homenajeado, los arquitectos Julio Cacciatore
y Ramón Gutierrez. Cada uno de ellos trajo a la memoria un aspecto en
particular de la figura de Alberto. Así, Agustín San Martín puso énfasis en la
relación de Alberto con la consolidación de ese museo y la posterior formación
del fondo documental derivado del archivo y la biblioteca depauliana. Julio
Cacciatore, compañero de estudios en la UBA, evocó el carácter afable y erudito
de Alberto, sus cualidades intelectuales y la labor compartida en la revista Anales
del Instituto de Arte Americano. Ramón Gutierrez evocó también los años
universitarios, los primeros trabajos históricos en conjunto con Alberto y su
primer viaje a Bahía (Brasil) que fue el punto de partida de su interés por la
arquitectura latinoamericana. Finalmente, Oscar Andrés De Masi puso una nota
clásica (que bien hubiera sido del agrado del homenajeado) al resumir en dos
sentencias, una griega (philomathes, polymathes… si te gusta aprender,
aprenderás mucho) y otra latina (in tenue labor… en el mínimo detalle)
el ethos intelectual de Alberto de Paula: su amor por el saber y su
preocupación por el detalle.
Una carta de salutación remitida por la señora Carmen Beatriz de Paula (Perla), hermana de Alberto, que fue leída por la directora del Museo, Lic. Marina Zurro, aportó una impronta adicional de calidez familiar.
La Lic. Marina Zurro lee una carta remitida por Perla de Paula.
Foto Thelema.
A continuación fue proyectada una versión de siete minutos del documental biográfico Alberto de Paula, semblanza y legado (disponible en versión completa en la web del Museo). Se agradeció la tarea de compresión del footage a la editora Carla De Masi, quien la realizó en pocos días y en forma gratuita, sumándose de este modo al tributo a Alberto.
Seguidamente, comenzó la segunda parte
del acto: la presentación del libro de María Cristina Echazarreta, El
cementerio de Lomas de Zamora, publicado por Sanmartino ediciones
(cuya titular, la Lic. Graciela Sammartino se hallaba presente). La anterior
presentación fue cumplida en el mes de marzo en Lomas de Zamora, y ahora se
reiteró para el público porteño.
La autora comentó en tono coloquial e
intimista aspectos de su prolongada investigación y recalcó la ayuda
invalorable que, en su momento, le dispensó Alberto de Paula para la
descripción arquitectónica de los panteones y sepulcros. A continuación, el
prologuista, Dr. De Masi, enunció el marco general del patrimonio funerario,
como reserva identitaria, simbólica, artística, epigráfica y genealógica,
destacando la relevancia de este trabajo singular de Echazarreta, el primero en
su género para Lomas de Zamora y que insumió tres décadas de preparación. La
frase del historiador francés Numa Dionisio Fustel de Coulanges, al pie de
los sepulcros nacieron los altares, fue su punto de partida conceptual.
Finalmente, el prologuista y la autora recorrieron visualmente el patrimonio
del enterratorio a través de imágenes, que ambos comentaron a modo de diálogo.
El acto se prolongó por casi dos horas, y
la paciencia y la calidez del público hicieron que el rato pasara más
rápidamente. Entre los presentes se encontraban: Claudio Hontakly, Pablo
Willemsen, Jorge Cohen, Marcela Asprella, Teresa Margaretic, Eduardo Tenconi
Colonna, Susana Gesualdi, Carlos Francavilla, Lucy Acosta, María Elena Tuma, la
Dra. Lemes y su joven hija, Juan Carlos Fauvety, Angiie Milena Espinel, Jorge
Boselli, Bernardo Lozier Almazán, Horacio Schlauch, Aquilino Gonzalez Podestá,
Adela Lanfranco, Cristina Malfa, Rafael Puig, Ruben Chaves, Gustavo Hidalgo,
José Luis Scarsi, José Grassi, Norberto Levinton y otros amigos y amigas que
ese día recordaron a Alberto de Paula y, by the way, participaron de una auténtica clase magistral
acerca del valor identitario del patrimonio funerario.
Los arquitectos Julio Cacciatore y Ramón Gutierrez,
amigos del homenajeado desde tiempos de estudiantes.
BONUS TRACK:
EL PRÓLOGO PREPARADO POR OSCAR ANDRÉS DE
MASI PARA EL LIBRO EL CEMENTERIO DE LOMAS DE ZAMORA DE MARÍA CRISTINA
ECHAZARRETA.
Palabras preliminares por Oscar Andrés
De Masi
LA FORJA DE ESTE LIBRO, EN LA
SOLEDAD DE LOS PRECURSORES
Hoy se ha vuelto fácil y hasta banal
hablar del patrimonio funerario, como un capítulo especial dentro del más
amplio concepto del patrimonio cultural material e inmaterial. Quizás subsista
algún escrúpulo atávico que se deriva del vínculo inextricable entre la memoria
funeraria y el hecho irreversible de la muerte. Pero, desligado el patrimonio
funerario de los abordajes tanatológicos y sanitarios, y anclado en los
aspectos de arte, epigrafía, ritualidad y memoria local, ya no encuentra óbices
para un abordaje desprejuiciado, que no siempre es riguroso: así como cualquier
cacatúa sueña con la pinta de Carlos Gardel, como advierte el tango, así
también, cualquier diletante se atreve a encarar el universo patrimonial
de los cementerios, sin estar dotado ni del habitus inclinado al
relevamiento en el terreno, ni de las herramientas básicas que provee el
conocimiento de la historia local y sus protagonistas más relevantes, del
lenguaje simbólico y epigráfico, y de la voluntad expresiva que cada época ha
impreso en los monumentos y recintos
sepulcrales.
Cuando Cristina Echazarreta, quien sí adquirió este hábito y este
herramental epistemológico, comenzó a investigar la historia del cementerio de
Lomas de Zamora, y a relevar sus diversos componentes materiales, hace ya más
de treinta años, pocos hablaban del patrimonio funerario en nuestro medio. Y
absolutamente nadie había encarado sistemáticamente el estudio del cementerio
de Lomas de Zamora.
Fue ella, en la soledad de los
precursores, quien advirtió en aquel enterratorio, una reserva de arte y de
memoria identitaria lomense. Sin duda, hubo aquellos cuatro tempranos
consejeros (Néstor Onsari, Alberto de Paula, Carlos Duchini y David Wosco) que
le señalaron rumbos y le facilitaron fuentes, basados en su visión más amplia
de la historia local y en su mayor experiencia en la investigación, el
coleccionismo y la crónica periodística. Quien escribe estas líneas no estaba
aún intelectualmente maduro para aconsejar a nadie en estas materias, que años
más tarde iría a frecuentar desde la teoría y la gestión de los bienes
funerarios declarados en el marco de la Ley 12.665.
Pero, maguer aquellos mentores iniciales,
(todos ellos ya fallecidos y, por lo mismo, habitantes invisibles del
patrimonio funerario), Cristina Echazarreta trabajó sola, en la soledad de los
precursores. Su trabajo relativo al cementerio lomense, presentado en las Cuartas
Jornadas de Historia Regional, convocadas por el Centro de Estudios
Regionales en Monte Grande, en el año 1985, fue pionero.
¿Cuántas veces atravesó el solemne
peristilo y caminó por los senderos del enterratorio silente? ¿Cuántos pasos la
condujeron al confín intramuros de la necrópolis? ¿Cuántas horas dedicó
a fotografiar tumbas y a copiar epitafios? ¿A cuántas personas debió
entrevistar en busca del dato preciso o de la anécdota tan verosímil como
indemostrable? ¿Cuántos documentos debió ubicar en archivos y cotejar con otras
fuentes? ¿Cuántos nombres prolongaron su resonancia como un eco en la mente de
Cristina, al regresar a su casa, luego de cada visita al cementerio? ¿Cuántas
memorias suprimidas la habrán impactado, al comprobar que, año tras año, el
patrimonio material del cementerio sufría (y sufre) una grande rovina, una
gran ruina, por utilizar la expresión con la cual Pericle Ducati deploró la
pérdida del arte grecorromano? ¿Cuánta paciencia, método y vocación fermentaron
en la autora para desarrollar este
trabajo durante más de tres décadas, sin apoyos económicos oficiales, ni becas
del CONICET, ni de ninguna otra institución, con la excepción de, apenas, un
ámbito de legitimación científica de su "linea de investigación", en
el Centro de Estudios Regionales, en aquellos buenos tiempos en que los De
Paula, los Onsari y los Pesado Palmieri ejercían roles directivos?
Yo no tengo respuesta para estos
interrogantes, pero, para cada uno de ellos, puedo imaginar las
dimensiones semánticas que encierran las palabras "muchas",
"muchos" y "mucha". Sólo esta cualidad superlativa puede
explicar y dar sentido a una tarea larga y solitaria, que, por momentos, debió
parecer a la autora, una empresa imposible de finiquitar.
Y sin embargo, aquí está ante los
lectores el fruto sazonado de su esfuerzo. Un libro que carece de
precedentes en el medio historiográfico lomense y que está destinado, por
su singularidad y por la calidad investigativa de su contenido, a convertirse
en obra de consulta obligada para quienes deseen aproximarse a este tema.
¡Enhorabuena!
La autora nos presenta una historia
ordenada del cementerio de Lomas de Zamora, desde su creación, hasta la triste
actualidad de su decadencia como conjunto patrimonial funerario que, no
obstante, (y debido a las fortalezas, tanto de su complexión estética, como de
la identidad de familias, colectividades e instituciones) permanece como
referencia de memorias genealógicas locales. Nos habla de las etapas de su
construcción, de los cambios en la morfología de sus componentes
arquitectónicos principales (pórtico y capilla), y de las obras de mejora de
la infraestructura mortuoria que fueron
ocurriendo. Y nos habla, fundamentalmente, de los bienes que definen el
carácter del sitio: los sepulcros, ya sean grandes panteones, tumbas
monumentales, bóvedas familiares o simples sepulturas en tierra o tumulaciones
en nichos. De ellos ofrece una síntesis histórica, artística y topográfica,
deteniéndose en la semblanza biográfica de numerosas personas cuyos restos
yacen allí. Y al hacerlo, Cristina Echazarreta, no pretende revestir su relato
de una pomposa erudición ni de una jerga pseudo crítica que algunos autores
suelen ejercitar como jactancia
disciplinar, suponiendo erróneamente, que, desde que en el terreno filosófico
muchos pensamientos profundos tienen una expresión oscura, entonces toda
expresión oscura ha de encerrar un pensamiento profundo…
Al contrario (y lo destaco enfáticamente)
estamos ante una autora que escribe con la misma claridad del habla normal de
las personas cultas, y que no desdeña, junto a la data rigurosa que se apoya en
las fuentes documentales escritas, ese condimento de la anécdota pintoresca que
tantísimas veces descansa en la memoria oral de cuidadores, enterradores y
deudos de los difuntos.
La organización del núcleo del contenido
del libro, luego de las introducciones cronológicas, siguiendo un criterio
"tipológico" de los bienes funerarios relevados (pórtico, capilla,
panteones, monumentos sepulcrales, bóvedas familiares, sepulcros simples en
tierra o en nicheras, cenotafios, monolitos, equipamiento funcional, paisaje y
traza) me parece un acierto metodológico que facilita la lectura. También, la
transcripción de algunos epitafios ha de ponderarse como acertada. Sólo queda
fuera de este estudio el vasto universo de las placas y lápidas sepulcrales, su
epigrafía y su iconografía. Esperamos ansiosos esta segunda parte.
Cristina Echazarreta ha construido, de
este modo, un registro del estado presente del cementerio de Lomas de Zamora
como un todo-patrimonial que expresa, merced a la semántica funeraria, una
memoria identitaria local, en clave
genealógica, ritual, artística, simbólica y epigráfica. Una memoria del
"pago chico" que habitan los vivos, pero que se enhebra en el
recuerdo y en el ejemplo de los muertos de ese mismo terruño (al fin y al cabo,
como dijo Alberdi, los muertos siempre son mejores que los vivos… a juzgar
por los epitafios…).
Su ostensible, paulatina y alarmante
degradación (por vandalismo de los saqueadores ignorantes, por indiferencia de
los niveles de gobierno municipal o por incurría de los descendientes…) redunda
en un quebranto social irreversible, que se percibe desde hace varias décadas
en ese magma de licuefacción de las identidades locales que es el Conurbano Bonaerense…donde, poco a
poco, si todas las ciudades son cada vez más iguales (y más degradadas) ¿por
qué no iban a serlo, también, sus "necrópolis", es decir, sus
"ciudades de los muertos"?
En este sentido, el libro de Cristina
Echazarreta nos advierte y nos interpela como
comunidad física y metafísica, como cuerpo social y "cuerpo
místico", que, pese a la diáspora de muchos lomenses que, desde hace años,
mudamos nuestro domicilio a la Capital, de
ninguna manera mudamos nuestro corazón de las viejas y patriarcales Lomas de
Zamora, cuyo cementerio (en caso de sobrevivir al naufragio patrimonial)
llegará a ser, algún día, el último eslabón en la cadena de ese continuum
que nos liga y nos religa a un pasado fundante, pero cada vez más distante.
OADM
Buenos Aires y Lomas de Zamora, agosto de
2016