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Por Oscar Andrés De Masi
Mayo 2017
El sábado 27 de mayo, en horas de la
tarde, más de cuarenta personas fueron conducidas por la experimentada guía
local, Prof. María Celia Esteves, a través de memorias y objetos que se
conservan en la Quinta "Los Ombúes", en el marco de la visita guiada
"El comedor vuelve a brillar".
Se trató de la primera visita guiada
alusiva a ese espacio auténtico de la casa, luego de su reintegración
patrimonial, realizada este año (ver nuestro post de fecha 2/V/2017).
Precisamente, en ese marco conceptual, la guía organizó un recorrido ameno y
riguroso a la vez, que permitió abordar el valor narrativo de los objetos, las
prácticas sociales epocales, las galanuras del mobiliario y el
"mensaje" inspirador del propio comedor recuperado.
Empleando los recursos didácticos de su
doble formación, como guía y como docente, la Prof. Esteves propuso al
comienzo, desde el punto focal del aljibe,
una actividad lúdica de identificación de brillos y opacidades en
diferentes objetos de las distintas salas: candelabro, calderilla, medallas de
las Damas Patricias, un llamador de puerta, un bastón de Adrián Beccar Varela,
un telescopio de Cosme Beccar, etcétera.
Luego, la guía condujo al grupo (ya
ansioso por ingresar al comedor…) al espacio patrimonial recuperado. Muchos de
aquellos que ingresaban allí por primera vez, no pudieron contener una discreta
exclamación de deslumbrado asombro. La Prof. Esteves explicó in situ los
distintos estratos epocales de ese local de la casa, y las características y
funciones de su fino mobiliario.
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El cierre de la visita puso énfasis en la
recuperación patrimonial (de ese comedor o de cualquier otro bien patrimonial)
como factor de "inspiración" para aquellos que ingresan al museo.
Esta reflexión trajo la nota de una necesaria "poética", que se sumó
a la ponderación del esfuerzo estrictamente técnico de la restauración del
mobiliario.
En rostro y las palabras ponderativas de
los presentes (entre quienes se encontraban la directora del museo, su guía
oficial, numerosas profesionales del Centro de Guías de San Isidro y la
presidenta del Instituto Histórico Municipal) reflejaron esa mezcla de
aprobación y de satisfacción que vino a refrendar, tácitamente, el acierto de
la decisión de volver a instalar el comedor en su sitio.
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Mientras escuchaba atentamente a la
apreciada y competente profesora María Celia, y observaba las reacciones y las
acotaciones de su público (todas personas cultas y sensibles ante cualquier
"epifanía" visual), yo mismo ratificaba mi adhesión, como
especialista en patrimonio, a lo que llamé, en este mismo blog, una "acertada operación de
reintegración patrimonial", decidida por la actual conducción del
Museo, acompañada por la mayoría de su equipo, avalada por dictámenes de otros
colegas expertos, y con la conformidad de la autoridad municipal y la familia
Beccar Varela (destaco, especialmente, a la generosa mecenas, Dra. María de los
Remedios Olivera Beccar Varela de Beccar Varela). Y mientras esto ocurría en
una parte de mi cerebro, en alguna otra parte resonaba el eco de la lógica
aristotélica y su principio de no contradicción: ningún ente puede ser y no
ser al mismo tiempo y bajo la misma relación… Vale decir, si reponer el
comedor en su lugar es un acto patrimonialmente correcto, haberlo desmantelado
fue un error. Y aquí no hay "materia opinable", como alguien
me dijo hace unos días. Hay buenas y hay malas praxis patrimoniales. Y
en el último supuesto, no deben conjeturarse, en modo alguno, acusaciones de
mala intención ni cosa semejante. Simplemente, se habrá procedido en su
momento, privilegiando otras funciones reales o simbólicas, por encima de la
autenticidad patrimonial del espacio desalojado. Pero, las
"casas-museo", o "casas-históricas", o
"casas-monumento" (según se quiera o no adoptar la terminología de DemHist
/ ICOM) tienen protocolos de manejo para sus espacios auténticos. La
regla es su preservación, no su desmantelamiento.
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Por otra parte, al contar mentalmente a
los más de cuarenta participantes de la visita (y es sólo el comienzo de
una larga serie de otras visitas, especialmente de escolares), pensaba en la
paradoja estadística de que ese solo grupo del sábado pasado, era ya más
numeroso que los consultantes mensuales de la Sala de Lectura, instalada antes
en ese sector, y ahora reubicada en un local cuya escala es congruente con la
intensidad de su concurrencia, sin desmedro de su comodidad, luminosidad,
prestancia e idoneidad general.
Mi última reflexión se refiere a la
importancia de la visita que condujo la profesora Esteves, como dije, una de
las profesionales más experimentadas del Centro de Guías local. El ejercicio
de construcción de un relato-guión para el comedor y sus
objetos, de parte de las y los guías de San Isidro, adviene como una instancia
re-semantizadora y de legitimación adicional para la iniciativa de su
recuperación, que se suma a los fundamentos doctrinarios aportados por los
especialistas y al guión-museológico oficial del propio Museo para
aquel espacio auténtico de la Quinta "Los Ombúes", que consolidó
morfológicamente su donante, el Dr. Horacio Beccar Varela.
El editor del blog dialoga con la Mus. Amalia Lagos de Rodriguez Perea, presidente del Instituto Histórico Municipal.
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No comprendo la necesidad de debatir sobre todo. A mis 67 años quisiera disfrutar más a menudo de estos rincones llenos de historia y refinamiento sin estar sometida a dialécticas que nos dividieron en el pasado. Felicitaciones al Museo. Fue una visita encantadora. Espero poder vovler pronto.
ResponderBorrarCoincido con Delia. Qué fea actitud cargar contra un prohombre de San Isidro. No da.
ResponderBorrarSi, si... porque nuestra historia está llena de refinamiento (para secuestrar embarazadas, empujar gente desde los aviones y robarse los relojes de los domicilios allanados por "pro-hombres" como el mencionado)
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