El 1º de mayo de este año, falleció en
Buenos Aires el P. José Bevilacqua.
Había nacido en esta misma ciudad el 10
de mayo de 1928, e ingresó en el seminario menor de los Padres Sacramentinos a
los doce años. Recibió la ordenación sacerdotal en 1951. Tuvo un paso muy
recordado, como párroco, en la parroquia de Nuestra señora de Guadalupe de La
Plata. Últimamente residía en la casa sacerdotal de la Basílica del Santísimo
Sacramento en Buenos Aires, donde fue organista titular durante décadas.
El P. Bevilacqua era un hombre movido por
una fina sensibilidad artística, que orientó principalmente a la música sacra,
siendo compositor y organista. La breve antífona que se entona en la fiesta del
Señor y la Virgen del Milagro, en Salta, es de su autoría. Pero, además, estaba
dotado de un bagaje de cultura litúrgica que le permitió, entre otras
iniciativas, escribir un precioso y erudito texto descriptivo acerca de los
vitrales de la Basílica del Santísimo Sacramento. Me lo envió por email, allá
por setiembre u octubre del año 2015, queriendo conocer mi opinión, luego de
una charla que mantuvimos días antes…¡y que se prolongó por cerca de tres
horas! Recuerdo que hablamos acerca de arte, de liturgia, de la Beata María
Antonia de Paz y Figueroa, del P. Salvaire y de historia argentina
contemporánea. En este último tramo de la conversación, quiso conocer mi
opinión respecto de la "quema de los templos" porteños, en 1955.
Mientras nuestra memoria evocaba aquel episodio bochornoso (y yo me esforzaba
dialécticamente por exculpar al Gral. Perón… sin demasiado éxito por cierto),
vi cómo sus ojos derramaban lágrimas de tristeza. "Fue algo horrible e
incomprensible", me decía con la voz quebrada…Y en ese momento supe
con certeza que su amor por la belleza en general y por el decoro del espacio
sagrado, era genuino y visceral. Estaba, pues, ante un esteta auténtico, de la
misma estirpe sacerdotal que el P. Salvaire, por citar un ejemplo.
Coversamos luego acerca del cardenal
Copello, cuyos restos él había recibido en la Basílica, para su sepultura en el
recinto de la cripta. Incluso, fue a su habitación para buscar una foto que se
había tomado en Roma, junto a Copello, siendo él un sacerdote muy joven (pido
encarecidamente a los PP. Sacramentinos de la Basílica que, si hallan esa
fotografía entre las pertenencias del P. Bevilacqua, no la destruyan: me encantaría
publicarla en este blog a modo de homenaje a ambos: al cardenal Copello y al P.
José).
Dado que mi intención era rodar para
Bacua dos episodios de la serie Patronos & Herederos (Memorias de la fe)
en la cripta de la Basílica y necesitaba su autorización, me la concedió
con generosidad, pero sólo tras comprobar que mi conocimiento del tema era
documentado y riguroso. E incluso pactamos su aparición en pantalla, en una
breve entrevista. Pero, lamentablemente, no pudo hacerse. Cuando comenzamos el
rodaje, en abril de este año, ya el P. Bevilacqua se hallaba enfermo.
Realizamos de todos modos el rodaje y el P. José fue suplido dignamente en su
entrevista por el P. Daniel Dropulich.
La muerte de un sacerdote-músico de la
calidad del P. Bevilacqua nos afecta a todos, creyentes o no, porque nos priva
de los saberes artísticos y de la experiencia de un eslabón valioso en esa
cadena de memoria y de identidad argentina que es el patrimonio religioso,
cualquiera sea la religión en cuestión.
Él ha partido. Pero su legado estético
permanece en nuestro recuerdo. Y bien pudo decir, al unísono con las Escrituras
que tantas veces predicó: El celo por tu casa me devora.
Fuí monaguillo en la Iglesia del Santisimo Sacramento entre 1951 y 1955. Nos conducía el Padre José Bebilacqua enterado que encontraba en el Santísimo me contacté por mail y tuve la suerte de visitarlo en 2015. Me mostró el estacionamiento donde estaba la cancha de futbol, que las palmeras ahora estaban en la plaza San Martín. Le conté mis recuerdos y agradezco a Dios por haber compartido ese momento.-
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