Oscar Andrés De Masi y Jorge Tedesco, luego del tributo audiovisual
a Ivonne Rousset de Tedesco (Foto MF 2016).
El sábado 14 de mayo (en vísperas de la
tres veces secular celebración patronal de San Isidro Labrador), el Museo,
Biblioteca y Archivo Histórico Municipal de San Isidro "Dr. Horacio Beccar
Varela", festejó una década de su instalación en la Quinta "Los
Ombúes", que fuera propiedad de Mariquita Sanchez de Thompson, y que fuera,
muchos años más tarde, legada a la Municipalidad por Horacio Beccar Varela.
Quiero destacar, primeramente, la generosidad de aquel legado de un vecino
sanisidrense, interesado en el progreso de su pueblo. Y lo recalco, por cuanto
existen museos en lo que otrora fueran residencias particulares, que se conocen
por el nombre lustroso de sus antiguos propietarios, pero que han pasado al
dominio público por un acto de venta (del edificio y de sus colecciones), y no de donación. No es un pecado,
sin duda, hacer negocios lícitos con el Estado. Pero no es lo mismo que
donar una propiedad de enorme valor en semejante ubicación. La diferencia es
cualitativa.
Otro aspecto que vale la pena destacar de
esta institución sanisidrense, es su doble condición de patrimonio cultural
(por cuanto se trata de un museo con sus colecciones, de una biblioteca y
hemeroteca, de un archivo escrito y audiovisual… todo ello en un edificio
declarado monumento nacional), plus el componente de patrimonio
natural (el bellísimo paisaje de su jardín y su barranca vecina al
"Paseo de Los Tres Ombúes"). La gestión dinámica y actualizada de
este doble componente patrimonial implica un desafío que la actual dirección y
su equipo de colaboradores parecen haber captado cabalmente: la Quinta
"Los Ombúes", contenedor y contenido, es hoy un lugar
accesible, atractivo, multi-activo y multi-etario, superador del tedio mediocre
y frecuente en los museos locales, y del aspecto de vetustez mórbida que
solemos imaginar en ellos… no sin razón. ¿Puede la Quinta "Los
Ombúes", todavía, llegar más lejos? Sin duda que si. Y no creo que haga
falta ninguna mente iluminada para pensar, desde guiones museológicos y
museográficos bien construidos y despojados de frivolidad, el futuro de una
institución que va encontrando, en este presente de una década, y con este
equipo, su perfil y su identidad. Bastará con aplicar el sentido común, la
creatividad y el rigor disciplinar.
En esa oportuna recuperación e
integración narrativa del componente paisajístico (que ya comenzó el año
pasado, con el proyecto de "Jardín evocativo" ), me parece un acierto
que el acto del sábado 14 haya comenzado en el jardín, con la inauguración de
una lápida de mármol, que señala con el debido nombre un sector de la barranca:
Paseo Cosme Beccar. Se ha cumplido, así, con uno de los cargos
impuestos por el donante.
La concurrida ceremonia continuó, ya en
el patio y en torno del aljibe, con un simpático video realizado por el área de
Cultura de la Municipalidad, en adhesión a estos diez años. Fueron muy logrados
los testimonios de los "usuarios" de la Quinta.
Acto seguido, la directora Fugardo hizo
una interesante reflexión acerca del elenco de mujeres notables que habitaron
la Quinta: Mariquita Sánchez, María Varela de Beccar, Pascuala Beláustegui,
ocasionalmente Justa Cané…Y señaló, con agudeza, que ese museo, como todo
museo, debe funcionar como un espacio de memoria. Pero no solamente de memoria
remota que evoque, en este caso, a las mujeres del pasado. Hay sitio, también,
para la memoria reciente, cuando es identitaria. Y con ello, dio paso al
tributo audiovisual a una figura que visitó asiduamente la Quinta, que colaboró
permanentemente con la institución y que contribuyó con sus saberes históricos
a la formación de las guías y los guías de San Isidro: Ivonne Rousset de
Tedesco, fallecida en el año 2014. Fue, seguramente, el momento más intenso
de esa tarde: la exhibición de un excelente
video-tributo (que fue una sorpresa) provocó aquel fenómeno que
describió Gardel de este modo:
…perdoná si al evocarte/ se me piante un
lagrimón… Porque
muchos de los presentes no pudieron contener las lágrimas, llevados al vórtice
del pathos por la sucesión de fotografías de Ivonne (dictando clases,
guiando, bailando… y hasta en moto junto a su papá y a Tedesco…), sobre un doble
telón de fondo visual y musical (la necesaria cuota de Mascagni…) [Haciendo
click en la sección Experiencia Full HD de este post, disfrutarás del
video que gentilmente nos ha facilitado el Museo]. Si debiera ponerlo en
términos de emblemática e iconología, viene a mi mente la figura de la memoria
agradecida que describe Césare Ripa en su célebre tratado.
Finalizado aquel tributo, fueron
instituidos, mediante un decreto del Intendente municipal (que estaba presente
en el acto, pero con una presencia discreta), como asesores honorarios por el
plazo de tres años, algunos especialistas en diversas disciplinas que ya vienen prestando su expertise a la
institución: Amalia Lagos, Susana Speroni, Bernardo Lozier Almazán, Carlos
Dellepiane, Julio Cacciatore, Jorge Bayá Casal, Arturo Villagra y Eduardo
Tenconi Colonna. En verdad me ha parecido un acto de justo reconocimiento, el dar a conocer de un
modo explícito y administrativo sus nombres, en retribución por su aporte
desinteresado de saberes.
También tuvieron su reconocimiento
especial la Tesorera de la Asociación Amigos de la Quinta, María Martha
Varela; y el Tercio de Cántabros Montañeses que ofrece recreaciones
históricas una vez por mes.
Como cierre, la directora cedió la
palabra a dos profesionales de la casa (Sandra Monzani y María Estela Ghelfi),
quienes procedieron a prologar y a
inaugurar una muestra referida al bicentenario de la Independencia nacional.
Una exhibición bien sencilla, sólidamente sostenida en su guión, en sus
imágenes (fotografías e impresos de diferente época) y en el préstamo de
hermosas medallas alusivas que facilitó el Cdor. Villagra. Ello viene a
demostrar que el ingenio, en materia de museología-museografía, permite superar
las limitaciones presupuestarias. Ojalá la visiten los vecinos de la zona y muy
especialmente los colegios.
Todavía al final, y previo al
"tentempié", hubo un sorteo de productos de la cafetería Cabrales,
siendo uno de los afortunados ganadores…¡mi querido amigo Julio Cacciatore!
(quien, pese a los ruegos de sus amigos, se negó terminantemente a devolver el
trofeo, para que fuera sorteado nuevamente…).
En suma, una celebración en su punto
justo: nada solemne, pero nada banal; de carácter público, pero de tono
intimista. Se percibía un clima sincero de calidez, de reconocimiento, de
memoria.
Como dijo al comienzo la arquitecta
Fugardo: para una casa ya dos veces centenaria, diez años es poco tiempo…Y sin
embargo, agrego yo, la institución ha logrado en apenas una década, una consolidación
de su oferta de actividades culturales y paisajísticas, y un arraigo
identitario en la comunidad, que, en otros casos, ni en dos siglos podría
lograrse…Todo depende de la calidad y del compromiso de los recursos humanos
que gestionan el lugar y de la importancia que se le asigne en la agenda de
gobierno local. En el caso de la Quinta "Los Ombúes", ambas variables
confluyen en una dinámica virtuosa. Enhorabuena.
Foto Alberto Mora 2016
Foto Manuel Rivero Ayerza 2016
Foto Alberto Mora 2016
Foto Alberto Mora 2016
Foto Alberto Mora 2016
Foto Alberto Mora 2016
Foto Alberto Mora 2016
Foto Alberto Mora 2016
Foto Carlos Leonardi 2016
Foto OADM 2016
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