La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

martes, 7 de junio de 2016

PBRO. JOSÉ BEVILACQUA SACERDOTE SACRAMENTINO, COMPOSITOR Y MÚSICO ORGANISTA. IN MEMORIAM


El 1º de mayo de este año, falleció en Buenos Aires el P. José Bevilacqua.

Había nacido en esta misma ciudad el 10 de mayo de 1928, e ingresó en el seminario menor de los Padres Sacramentinos a los doce años. Recibió la ordenación sacerdotal en 1951. Tuvo un paso muy recordado, como párroco, en la parroquia de Nuestra señora de Guadalupe de La Plata. Últimamente residía en la casa sacerdotal de la Basílica del Santísimo Sacramento en Buenos Aires, donde fue organista titular durante décadas.

El P. Bevilacqua era un hombre movido por una fina sensibilidad artística, que orientó principalmente a la música sacra, siendo compositor y organista. La breve antífona que se entona en la fiesta del Señor y la Virgen del Milagro, en Salta, es de su autoría. Pero, además, estaba dotado de un bagaje de cultura litúrgica que le permitió, entre otras iniciativas, escribir un precioso y erudito texto descriptivo acerca de los vitrales de la Basílica del Santísimo Sacramento. Me lo envió por email, allá por setiembre u octubre del año 2015, queriendo conocer mi opinión, luego de una charla que mantuvimos días antes…¡y que se prolongó por cerca de tres horas! Recuerdo que hablamos acerca de arte, de liturgia, de la Beata María Antonia de Paz y Figueroa, del P. Salvaire y de historia argentina contemporánea. En este último tramo de la conversación, quiso conocer mi opinión respecto de la "quema de los templos" porteños, en 1955. Mientras nuestra memoria evocaba aquel episodio bochornoso (y yo me esforzaba dialécticamente por exculpar al Gral. Perón… sin demasiado éxito por cierto), vi cómo sus ojos derramaban lágrimas de tristeza. "Fue algo horrible e incomprensible", me decía con la voz quebrada…Y en ese momento supe con certeza que su amor por la belleza en general y por el decoro del espacio sagrado, era genuino y visceral. Estaba, pues, ante un esteta auténtico, de la misma estirpe sacerdotal que el P. Salvaire, por citar un ejemplo.

Coversamos luego acerca del cardenal Copello, cuyos restos él había recibido en la Basílica, para su sepultura en el recinto de la cripta. Incluso, fue a su habitación para buscar una foto que se había tomado en Roma, junto a Copello, siendo él un sacerdote muy joven (pido encarecidamente a los PP. Sacramentinos de la Basílica que, si hallan esa fotografía entre las pertenencias del P. Bevilacqua, no la destruyan: me encantaría publicarla en este blog a modo de homenaje a ambos: al cardenal Copello y al P. José).

Dado que mi intención era rodar para Bacua dos episodios de la serie Patronos & Herederos (Memorias de la fe) en la cripta de la Basílica y necesitaba su autorización, me la concedió con generosidad, pero sólo tras comprobar que mi conocimiento del tema era documentado y riguroso. E incluso pactamos su aparición en pantalla, en una breve entrevista. Pero, lamentablemente, no pudo hacerse. Cuando comenzamos el rodaje, en abril de este año, ya el P. Bevilacqua se hallaba enfermo. Realizamos de todos modos el rodaje y el P. José fue suplido dignamente en su entrevista por el P. Daniel Dropulich.

La muerte de un sacerdote-músico de la calidad del P. Bevilacqua nos afecta a todos, creyentes o no, porque nos priva de los saberes artísticos y de la experiencia de un eslabón valioso en esa cadena de memoria y de identidad argentina que es el patrimonio religioso, cualquiera sea la religión en cuestión.

Él ha partido. Pero su legado estético permanece en nuestro recuerdo. Y bien pudo decir, al unísono con las Escrituras que tantas veces predicó: El celo por tu casa me devora.



1 comentario:

  1. Fuí monaguillo en la Iglesia del Santisimo Sacramento entre 1951 y 1955. Nos conducía el Padre José Bebilacqua enterado que encontraba en el Santísimo me contacté por mail y tuve la suerte de visitarlo en 2015. Me mostró el estacionamiento donde estaba la cancha de futbol, que las palmeras ahora estaban en la plaza San Martín. Le conté mis recuerdos y agradezco a Dios por haber compartido ese momento.-

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