La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

La historia, lejos del bronce


Un recorrido por los personajes y relatos poco difundidos que se esconden tras los sitios de protección patrimonial
DOMINGO 10 DE OCTUBRE DE 2010


De las casi míticas "maestras norteamericanas de Sarmiento" a una Mariquita Sánchez de Thompson rotundamente distante de la corrección del manual escolar, pasando por los siempre enigmáticos túneles de la Manzana de las Luces, los edificios y sitios históricos suelen guardar la memoria de sucesos apenas conocidos por la mayoría de todos nosotros. Con la ayuda de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, LNR se adentró en algunos de estos relatos que hilvanan un recorrido en el que el pasado se hace presente.

Mariquita (la adelantada)

Entre la belleza plácida de las barrancas de San Isidro y la austeridad de los claustros religiosos, la firmeza de uno de los personajes femeninos más poderosos de los tiempos de Mayo. Mariquita Sánchez de Thompson, aquella que, según la tradición, presidiera el salón donde Blas Parera ejecutó por primera vez el Himno Nacional. Antes de eso fue María de Todos los Santos Sánchez de Velasco y Trillo, hija de don Cecilio Sánchez de Velasco, un rico comerciante que, como era habitual en la época, había elegido desde muy temprano al pretendiente "adecuado" para su única hija y heredera.

Sarmientinas. Las tumbas de las maestras norteamericanas de fines del siglo XIX
Sarmientinas. Las tumbas de las maestras norteamericanas de fines del siglo XIX. Foto: Martín Lucesole

Pero, siendo aún una adolescente, Mariquita se enamoró del marino Martín Jacobo Thompson y le hizo saber a su padre que no aceptaría ningún otro pretendiente. Dispuesto a imponer su voluntad, Sánchez de Velasco la recluyó en Los Ombúes, la quinta que la familia poseía en la costa de San Isidro. "Pero, al parecer, la pareja lograba fácilmente burlar, en secretos encuentros, el confinamiento", cuenta Oscar Andrés De Masi, que reconstruyó parte de esta historia.

Don Cecilio decidió tomar medidas más severas y encerró a su hija en la Santa Casa de Ejercicios de Buenos Aires. Es probable que, con este nuevo encierro, Sánchez de Velasco haya logrado poner fin a los encuentros furtivos entre su hija y Thompson. El frustrado padre falleció en 1805. Ese mismo año, tras cuatro años de empecinada espera, Mariquita y Thompson contrajeron matrimonio.

La muchacha se las ingenió para combinar la vida familiar (tuvo cinco hijos) con la organización de aquellas célebres tertulias que, en su casa porteña, convocaron a Liniers, Pueyrredón, San Martín, Monteagudo y Alvear, entre otros. En esos salones se cantó el Himno y se bordaron las escarapelas que portarían las tropas al mando del general Belgrano.

Quinta Los Ombues Adrián Beccar Varela 774, San Isidro; 4575-4038 Santa Casa de ejercicios espirituales Av. Independencia 1190; 4304-0984


Yes, señorita maestra

Casi oculto en las inmediaciones de la Chacarita, el Cementerio Británico de Buenos Aires alberga las huellas de una historia que, por lo general, apenas asoma en rápidas menciones de libro escolar: las maestras norteamericanas que, a fines del siglo XIX y en el marco del proyecto educativo de Domingo Faustino Sarmiento, dejaron su lugar de origen para instalarse en un país ubicado en el extremo del continente, con idioma y costumbres diferentes y un sistema de educación pública recién en sus inicios.

Un día que recorría el Cementerio Británico, el investigador Oscar Andrés De Masi (integrante de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos) se encontró por azar las tumbas de Jennie Howard, Sara Eccleston, Minnie Ridley y Francis Bessler. "Nada las identifica a simple vista como integrantes del contingente sarmientino -explica el estudioso-, salvo la concordancia de sus nombres con el registro administrativo del enterratorio, donde figura la leyenda: "American Teacher Sarmiento group", es decir, "maestra americana del grupo de Sarmiento".

Afirma De Masi que Howard, Eccleston, Ridley y Bessler formaban parte de un grupo cercano al centenar de personas del que hoy apenas se tienen datos. En un libro llamado In distant climes and other years (En otros años y climas distintos), Jennie Howard escribió algunas de sus experiencias en un país al cual, en su Boston natal, denominaban confusamente "Bonus Airs" o "Patagonia". Junto con las otras recién llegadas, Jennie asistió a un "curso de adaptación", en Paraná, donde se les impartían clases de español. Luego partió a Córdoba, donde, sospechosa tanto por su condición de extranjera como por ser protestante, no tuvo el mejor de los recibimientos. "Las maestras norteamericanas daban muestra de su espíritu tolerante entrando a rezar en el tempo católico, a falta de uno de su propia confesión religiosa -explica De Masi-. Allí le pedían a Dios ayuda y valor para realizar su tarea, tan obstaculizada por prejuicios que llegaron, en alguna ocasión, a materializarse en piedras arrojadas durante un acto de graduación." Con todo, lograron llevar a cabo su tarea. Algunas, incluso, imponiendo criterios de avanzada. Tal es el caso de Clara Bischoff, que dirigió en Rosario una escuela donde, entre otras particularidades, los alumnos no portaban ningún tipo de uniforme ni estaban regidos por promedios, amonestaciones ni régimen de inasistencias.

Cementerio Britanico de Buenos Aires Av. Elcano 4568; 4553-3403, 4554-0092


La explosión que no fue

Pocos espacios históricos de la ciudad de Buenos Aires resultan tan intrigantes como los antiguos túneles subterráneos ubicados en los barrios de Montserrat y San Telmo. Si bien se ha avanzado en su recuperación, aún no se ha podido establecer con certeza la función original de esta enigmática red excavada a cinco metros de profundidad, estimativamente entre los siglos XVII y XVIII. ¿Habrá sido un medio de defensa para la ciudad, un sistema de comunicación entre las iglesias, los edificios públicos y el Fuerte, o una galería para almacenar mercadería contrabandeada?

Cualquiera de estas opciones podría ser válida. Tanto como la que sugiere que los túneles próximos a las actuales calles Alsina y Perú coinciden con el lugar (cuartel de la Ranchería) donde se establecieron los ingleses en su primera invasión a la ciudad, área que podría haber volado por los aires, de haber estallado una mina subterránea excavada por un grupo de vecinos ansiosos por acelerar la reconquista. Según cuenta Roberto L. Elissalde en Historias ignoradas de las Invasiones Inglesas, dos días después de que el general Beresford tomara la ciudad, un grupo de hombres, encabezados por el ingeniero de origen catalán don Felipe Sentenach y financiados por don Martín de Alzaga, comenzó a preparar la voladura del Fuerte de Buenos Aires y del cuartel de la Ranchería, donde se alojaba buena parte del ejército inglés. Los complotados alquilaron la casa lindante con el cuartel y, desde allí, comenzaron los trabajos de excavación. Debían ser muy cuidadosos con los ruidos, para no despertar sospechas.

Tras terminar la construcción de la llamada "mina de la Ranchería", el mismo grupo se preparó para cavar una mina debajo del Fuerte. En eso estaban cuando les llegó la información de que Santiago de Liniers, con tropas de auxilio enviadas por el gobernador de Montevideo, se disponía a combatir contra los ingleses. Ante el temor de quedar sepultados en caso de que se cañoneara el Fuerte desde arriba, los excavadores detuvieron su tarea. "Finalmente, ninguna de las minas explotaría -concluye Elissalde-, ya que debían volarse sólo en caso de no realizarse la reconquista o de que su éxito se presentase dudoso."

Túneles de la Manzana de las Luces. Perú 272; 4342-3964

Por Diana Fernández Irusta


"UN MONUMENTO DEBE GANARSE LA VIDA"

Tres preguntas al arquitecto Juan Martín Repetto, que preside la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, el organismo gubernamental encargado de velar por la preservación del patrimonio histórico.

-¿Mejoró la conciencia sobre el cuidado del patrimonio en nuestro país?

-En los últimos años, en la Argentina y en el mundo, cobró importancia la dimensión social del patrimonio: aparecen ONG de protección, hay una revalorización de la memoria y del patrimonio en general. Los monumentos serían el emergente más importante de esta mirada: la gente se da cuenta de que son parte de su memoria materializada. Si desaparecen, es como si borraran un día de su vida. Es verdad que hay días gloriosos y otros que no lo son..., pero todos son memoria.

-¿Qué protección le significa a un edificio ser declarado Monumento Histórico?

-Los monumentos declarados (unos 500) pasan a tener un reconocimiento de toda la Nación como referentes de la historia. Desde la Comisión ejercemos la superintendencia. Esto quiere decir que no se puede hacer nada en ese lugar, ni vender ni transferir ni enajenar, sin nuestra autorización. Además, hay desgravaciones de tasas e impuestos. Cuando son propiedad del Estado Nacional o la Iglesia, interviene la Dirección Nacional de Arquitectura. Cuando son bienes privados, firmamos acuerdos. Un ejemplo afortunado es el Palacio Duhau.

-¿Qué les respondería a quienes sostienen que "no todo tiene que ser museo"?

-En el mundo premoderno había una continuidad en el tiempo y el espacio; los cambios se producían cada 100, 200, 500 años: la gente no perdía su memoria. Por el contrario, la modernidad produce una falta de anclaje con el pasado. Aparece, entonces, una necesidad imperiosa de que la gente organice su memoria: la preocupación por el patrimonio es, básicamente, una cuestión del siglo XX. Es cierto que en algún momento se puede producir un exceso, esto de que de repente todo sea museo. Pero también están las Normas de Quito, que dicen que la función económica del patrimonio es fundamental.


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