La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

viernes, 16 de octubre de 2015

El arquitecto José María Peña y las estatuas de Buenos Aires

IN MEMORIAM
Con motivo del reciente fallecimiento del arquitecto José María Peña, nuestro blog desea recordar su meritorio trabajo en favor del patrimonio arquitectónico y urbano de Buenos Aires, particularmente, aunque no exclusivamente, en el barrio de San Telmo. 
Pero no sólo los edificios históricos y su entorno motivaron su interés. También las estatuas de la ciudad llamaron su atención como historiador, como analista y como fotógrafo. No desdeñó la tarea de divulgación a través de diversos medios escritos, como, por ejemplo, la revista "Decoralia" (a esta altura, ya un clásico "vintage"...y por momentos provocativamente  "kitsch"...). En aquella publicación recordamos una breve (e impactante) nota ilustrada acerca del destino ambulante de las estatuas de mármol que rodeaban a la Pirámide de Mayo (hoy ubicadas en la Plazuela de San Francisco).
Otra contribución del arquitecto Peña quedó plasmada en la obra de Eduardo Santaella ("Escultura Buenos Aires" (Bs.As.,1972), una de los pocos libros que abordan la materia desde unos textos ajustados y la poética de unas excelentes imágenes fotográficas en blanco y negro. Una de esas fotografías, en la página 27, (la sugestiva silueta del Mitre ecuestre de Calandra/Rubino, tomada desde una escalinata de acceso a La Isla), se debe a su autoría.


Monumento al Gral. Mitre












jueves, 15 de octubre de 2015

Tumba de Jorge Newbery





Lo que te muestro ahora es el mausoleo del Ingeniero Jorge Newbery en el cementerio de la Chacarita, inaugurado en 1937, con motivo del traslado de los restos del pionero de nuestra aviación, que había muerto en 1914 y fue sepultado, primeramente, en la Recoleta, en una bóveda prestada (en texto separado podrás leer detalles de sus funerales)
El conjunto escultórico principal, ejecutado en bronce y según los cánones académicos del "verismo", pertenece al escultor argentino Hernán Cullen Ayerza. El monumento funerario se costeó con una suscripción popular y sufrió diversas vicisitudes que lo desajustaron respecto del más ambicioso proyecto original con el cual HCA ganó el respectivo concurso. En unos días te daré más información.
Pero me interesa, de momento, compartir contigo una interpretación absolutamente personal de este monumento. Vamos a analizarlo:
1.Lla figura humana yacente, magnífica, donde resaltan los valores de claroscuro en los planos de la piel y músculos  (no hay dudas de su adscripción "verista" como dije arriba) representa a Newbery, que, post mortem,  ha sufrido aquello que los griegos y los romanos llamaban una "metamorfosis", es decir, una transformación física. Es una especie de Dédalo o Ïcaro caído, cuyos brazos han mutado en alas. No te olvides que Newbery falleció en un accidente de aviación en Los Tamarindos, Mendoza.
2.Newbery está caído a los pies de un peñón andino, vale decir, que no pudo concretar la hazaña que estaba a punto de lograr, de cruzar los Andes en aeroplano. Por esa razón se hallaba en esos días de febrero de 1914 en Mendoza, efectuando mediciones de vientos y demás variables en el terreno.
3.Sobre el peñón se posan cinco cóndores andinos con expresión de sorpresa ante ese cadáver semihumano. De los cinco cóndores, cuatro se hallan más o menos agrupados, y el quinto se separa del grupo...
Siempre me llamó la atención esta disposición de las aves en el peñón...
¿Fue un capricho del escultor? ¿Obedeció a un motivo compositivo predeterminado?
Conociendo a Cullen Ayerza y su inclinación por la ironía y el doble sentido tras la realidad visible, no debía descartar, iconológicamente como diría Panofsky, una lectura interlineal del tema. Y, en efecto (y aquí está mi interpretación personal y enteramente empírica) tras mirar y mirar decenas de veces el conjunto (en especial desde cierta distancia y en el eje que ves en la foto) pienso que  el peñón y los cóndores son, en realidad, una mano gigante  con sus concho dedos que se cierne sobre el héroe derrotado. Como si la mismísima cordillera hubiera arrebatado a Newbery con la mano de un destino trágico.
La separación del quinto cóndor  obedece, así, a la lógica anatómica de ubicarse como el pulgar oponible de una mano.
He aquí "mi" interpretación. Te invito a construir "tu" interpretación. Si visitás el sitio (y, de paso, rendís tributo a Newbery), tanto mejor.






miércoles, 7 de octubre de 2015

Busto de Adolfo P.Carranza por G.Eberlein






Un poco de historia contextual del lugar de ubicación del busto y de quien ha sido representado al modo "romano"

El busto se ubica en la "loggia" italianizante de la antigua Quinta de Lezama, sede del Museo Histórico Nacional (monumento histórico nacional declarado en 1997)

Ahí va la historia: luego de la batalla de Caseros se percibe la necesidad de construir un relato acerca de nuestra historia nacional que diera, precisamente, soporte a ese proceso adveniente de Organización de la Nación Argentina en el plano político y constitucional. La historia aparecía, pues, como un factor narrativo de unidad y de identidad "nacional", frente a los relatos disgregantes localistas.
Por otra parte, la llegada aluvional de inmigrantes y la amenaza cultural que las élites vernáculas veían en aquellos contingentes tan diversos, planteaba un factor adicional de fortalecimiento de la identidad colectiva,  con aclames en un pasado vinculante y glorioso.

Principalmente Vicente Fidel López y en mayor medida Bartolomé Mitre construyen un imaginario histórico donde juegan su papel los réprobos del pasado (es decir, Rosas y los caudillos del interior y de la Banda Oriental) y los elegidos. Estos últimos pasarán a integrar un "panteón de héroes" casi divinos y de distinta jerarquía empírea.

En ese marco de búsqueda identitaria colectiva a través de relatos heroicos y de tributos funerarios, un decreto del Intendente Seeber de la Capital (1889) creó el Museo Histórico, que comenzó a funcionar en 1890 como institución municipal, y que se nacionalizó en 1891.

Aparece en escena su fundador y organizador: el joven abogado, diplomático e historiador Adolfo Pedro Carranza, perteneciente a las clases principales del país e identificado con las orientaciones historiográficas "rupturistas" de nuestro pasado, que planteaba Mitre.

Su actividad fue, desde el comienzo, intensa, apasionada y patriótica. Concibió la idea de concentrar en un mismo sitio las "reliquias patrióticas" que se hallaban dispersas en manos de familiares y descendientes de próceres. Se trataba, sin duda, de auténticos "semióforos", de objetos mediadores entre aquel pasado ejemplar y un presente optimista y triunfal.

Hasta llegó a incluir en aquel programa concentrador de piezas en un mismo relicario edilicio, un "panteón nacional" con los huesos y las cenizas de los próceres...

Superando dificultades económicas y cambiando de sede (calle Esmeralda y, luego, en el Jardín Botánico), en 1910, el año del Centenario, logró la mudanza a la casona del Parque Lezama, donde, también, instaló su vivienda.

Carranza no sólo rastreó, pidió y obtuvo una infinidad de objetos que concentró y exhibió en el Museo; también desarrolló la incipiente iconografía histórica argentina, las visitas escolares y la difusión de temas históricos a través de la Revista del Museo;  e integró numerosas y activas comisiones de homenaje patriótico y monumental.

El busto que hoy te muestro, ejecutado en mármol de Carrara es, según una tradición, un obsequio que le hizo el escultor Eberlein, seguramente agradecido por la encomienda de diversos monumentos de próceres y gestas que Carranza propició muy especialmente en tiempos del Centenario.

Como te decía al comienzo, Carranza fue representado al modo "consular" de la antigua Roma, acentuando de este modo el tradicionalismo  y el patriotismo del homenajeado, en linea con las virtudes cívicas de los romanos, asumidas por el ideario de la Revolución Francesa y, entre nosotros, por la generación de Mayo. Una semántica neoclásica,  tardía para la época, pero resemantizada en las vísperas del Centenario y bastante efectiva en su expresión plástica. 













martes, 6 de octubre de 2015

Fuente de las Nereidas





¿Sabías que esta obra situada en la Costanera Sur fue ejecutada por una escultora? Al menos eso consta en la crónica oficial, aunque en su tiempo se insinuaron otras hipótesis de autoría masculina. No tengo evidencia de ello. De modo que  si nos atenemos a la versión oficial, que es la única documentada, esta bellísima fuente escultórica de mármol pertenece a la notable artista argentina Lola Mora (Dolores Mora, alguna vez de Hernandez)


Fue declarada bien de interés histórico y artístico nacional en 1997.


Se trata de un tema de la mitología clásica: el nacimiento de Afrodita (para los griegos) o Venus (para los romanos). Puede considerarse un homenaje al arquetipo femenino encarnado en la diosa (en rigor, no todas las mujeres son tan bellas como Venus)

Las Nereidas no son unas sardinas enlatadas como sugiere su nombre a los oídos vernáculos (o al menos, no lo son en su  origen), sino que son las hijas de Nereo que sostienen una enorme valva o molusco donde se apoya la diosa que acaba de asumir formas humanas. Por su parte, verás allí unos Tritones que sostienen  por las bridas unos caballos encabritados.
El motivo de la "fuente" (fontana) es de inspiración romana o italiana, y en ella confluyen inspiraciones clásicas y a la vez románticas. Esta fuente bien podría estar ubicada en la Piazza   Navona de Roma...Y en nada desentonaría, te lo aseguro.
Es que, en el pasado, nuestro país y su Capìtal encargaban monumentos de una calidad, en general, superlativa. Mejor no hablemos del presente...

Te cuento que el sitio original de emplazamiento fue el Parque Colón (Av.Leandro N:Alem y Cangallo), desde su inauguración en 1903, pero fue trasladada en 1918 a la Costanera Sur...Se dijo que la fuente incluía demasiadas figuras desnudas y que, en tal sentido, era más lógico, en nombre del pudor victoriano, llevarla a un lugar donde la gente anduviera ligera de ropas, es decir, a un balneario...Curiosa lógica ésa. En fin. Lo cierto es que debe considerarse el primer monumento público  argentino encomendado a una artista mujer.





La Prensa 1929