La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

lunes, 9 de octubre de 2023

LA OBRA MÁS RECIENTE DEL EDITOR DE NUESTRO BLOG COMPLETA UN VACÍO EN LA BIBLIOGRAFÍA ESPECIALIZADA


UNA CRÓNICA PORMENORIZADA DE LA HISTORIA DEL TEMPLO ALEMÁN

UNA INTERPRETACIÓN ERUDITA DE SU ESTÉTICA...

EN EL AÑO DEL JUBILEO DEL 180.º ANIVERSARIO DE LA CEABA Y BAJO LOS AUSPICIOS DE LA CONGREGACIÓN, ¡YA ESTÁ AL ALCANCE DEL PÚBLICO!




lunes, 2 de octubre de 2023

DEMNÄCHST... COMING SOON... MUY PRONTO...

 



Extracto de la introducción de Oscar Andrés De Masi a su obra:


La producción historiográfica relativa a este singular edificio porteño (en rigor, deberíamos nombrarlo como conjunto de edificios, tal como ha llegado hasta nuestros días la suma del templo, más los menos visibles salones parroquiales y las dependencias residenciales) registra principalmente a tres autores que han escrito y publicado con una rigurosa base documental nutrida en fuentes primarias, en este orden cronológico: el pastor Hermann Schmidt, el arquitecto e historiador Alberto S. J. de Paula y el historiador del arte medieval Francisco Corti. 


Por su progresión, estos tres trabajos deben tenerse por complementarios, ya que aquello que falta en uno de ellos, el otro viene a completarlo, en lo tocante a la arquitectura. Por nuestra parte, aspiramos a que la presente monografía (concretada en gran medida gracias al acceso a una amplia documentación que la CEABA nos ha facilitado y a las reiteradas visitas al lugar) llene los vacíos anteriores, con nuevos hallazgos heurísticos, nuevas interpretaciones y nuevas comprobaciones organolépticas. Se trata de construir conocimiento por andamiaje, apoyándonos sobre la base de los aportes de aquellos autores fiables que nos precedieron, pero sumando nuestra propia mirada crítica del edificio y nuestra propia lectura de las fuentes de archivo. 


El libro del pastor Hermann Schmidt fue publicado originalmente en 1943 con el título de Geschichte der deutschen evangelischen Gemeinde Buenos Aires 1843-1943, como homenaje a los cien años de vida oficial de la Congregación. Aunque aún aguarda su merecida traducción al español (fue reeditado en alemán en 1991), es una fuente indispensable y, por momentos, inagotable, producida por un cronista riguroso, legitimado por la propia institución y conocedor de sus entrañas, ya que era párroco de la iglesia de la calle Esmeralda desde 1937, y pudo acceder sin cortapisas a los archivos parroquiales.


Su síntesis acerca de los comienzos del rito evangélico alemán en nuestro medio, sus pioneros, los momentos iniciales de esa sede porteña y otros cientos de detalles, es admirable. Lo mismo, el acierto de haber dado a conocer planos, croquis y grabados del templo y sus dependencias, hasta ese momento inéditos.


El trabajo de Alberto S.J. de Paula, generoso amigo y fecundo historiador de la arquitectura argentina, es por demás breve, pero adquiere un valor que llamaríamos “sinóptico”, al integrarse a una serie de tres artículos científicos publicados en la revista Anales del Instituto de Arte Americano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires, durante los años 1962, 1963 y 1964. Estos aportes tuvieron un carácter pionero, porque nunca antes se había emprendido la tarea de estudiar en su conjunto a los principales ejemplos de la arquitectura eclesiástica no católica romana en Buenos Aires, en sus alrededores y en Montevideo, poniendo la cuestión en el contexto de los revivals del siglo XIX. Pese a su concisión, el texto ofrece, además, junto al resumen histórico, unos juicios críticos de interés, fruto de la agudeza del autor como observador.


El artículo del historiador del arte Francisco Corti, publicado en 2002 por el Instituto de Teoría e Historia del Arte “Julio E. Payró” de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, forma parte, también, de un plan sistemático de estudio de la arquitectura neogótica protestante de Buenos Aires y sus alrededores (Iglesias reformadas neogóticas). Es el más extenso y detallado en su objeto formal, si bien la parte histórica relativa al templo alemán la abreva, mayormente, en la obra de Schmidt, y no soslaya los hallazgos de De Paula. A mi juicio, donde se robustece como aporte original, es en el pormenorizado análisis de la estética arquitectónica del edificio, sus vidrieras y su recepción como novedad en la escena urbana local. Por otra parte, la aproximación teórica que trae el capítulo primero de la antología Iglesias reformadas neogóticas, y su capítulo segundo, relativo al neogótico eclesiástico en Buenos Aires, conforman un documento erudito, de lectura obligada y provechosa.


Tanto De Paula como Corti detienen su análisis en las reformas ocurridas en 1923 (aunque Corti menciona el vitral colocado en el ábside en 1933), sin llegar a la intervención de Andrés Kálnay, que ofrecemos, ilustrada, en este volumen. Tampoco se ocuparon de los locales parroquiales creados en el marco de aquel programa constructivo. Y, por razones de calendario, ninguno de ellos, fallecidos hace varios años, pudo conocer las tareas de puesta en valor emprendidas durante 2022-2023 y las comprobaciones que de ellas se derivan.


Como dije antes, la generosa predisposición de las autoridades de la CEABA ha permitido concretar esta publicación, que no sólo toma ventaja de las fuentes bibliográficas ya editadas, sino de la consulta directa de otros documentos inéditos que custodia la Congregación (entre ellos, los planos originales en papel “ferroprusiato” de las fachadas de 1923, hasta ahora nunca analizados) y de las comprobaciones empíricas y discusiones técnicas ocurridas durante las mencionadas tareas de recuperación material.


El templo de la calle Esmeralda es el signo edificado y visible, luego de 170 años de erigido, de la presencia en la Argentina de una comunidad migrante identificada desde el comienzo con el espíritu y el idioma alemán (Volkgeist und Muttersprache) y con la cultura (Kultur) que ese idioma pronuncia, todos ellos componentes del Deutschtum; pero, además, con los principios de la Reforma luterana y sus epigonismos unificados evangélicos. De alguna manera, se trataba de conceptos “conjugados” epocalmente, inseparables el uno del otro e inconcebibles el uno sin el otro, del mismo modo en que se conjuga lo cóncavo con lo convexo.


Es, también, el testimonio de una misión y un servicio inspirados en los valores cristianos, que deben continuar. Sin perder la identidad religiosa protestante que pervive en la CEABA, los herederos de aquella generación fundadora fueron, poco a poco, relajando los mandatos de aquel modelo de “germanidad” y abriéndose a nuevas formas de integración con la República que dispensó hospitalidad a sus ancestros. Ni sus iglesias, ni sus escuelas, ni sus clubes, ni su hospital, ni sus cementerios son ya espacios estrictamente étnicos, porque se han hecho plenamente argentinos, aunque la huella del tono alemán los caracterice, sin duda. 


Ciertamente, nada hemos hecho nosotros, los argentinos del presente, sin distinción de credo religioso, para merecer este tesoro, material e inmaterial, que nos fue legado y que está allí, al alcance apropiador de las miradas. 


Porque aquellos antepasados del siglo XIX creyeron en este país y pensaron en el futuro, hoy, este bien cultural y cultual enriquece el patrimonio de nuestro presente y permanece como testimonio tangible de la misión ininterrumpida de la Congregación que lo erigió. Pero nos fue dado gratis, sin mérito de nuestra parte. No lo olvidemos.


En suma, las páginas que siguen ofrecen al lector una historia del templo alemán, su equipamiento y sus locales anexos, en sus diversas etapas, lo más completa que nos ha sido posible compilar en base a las fuentes primarias y secundarias disponibles. 


Y ofrecen, además, un compendio de su estética, cuyo lenguaje expresivo fue una excepcionalidad en 1853, que sufrió reajustes arquitectónicos en 1923, y añadidos decorativos en 1933, todo ello de mano e ingenio de diferentes actores artísticos.


El inventario de nombres de fundadores, promotores y partícipes pretéritos de este logro (y recalco lo de “pretérito”, casi con nostalgia, porque los protagonistas de estas fechas terminales entre 1853 y 1933 ya no viven), marca el perímetro de humanidad concreta que identifica a la obra, y da cuenta de la fe religiosa que la inspiró y la sostiene.


Las certezas que ya enunciaron otros autores las hemos corroborado. Si hubo algún yerro, hemos intentado rectificarlo, con el debido respeto a quienes antes abordaron el tema. Los vacíos hemos procurado completarlos con nuevas pruebas documentales, hasta donde fue posible.


Hoy, sin duda, sabemos más que antes acerca de este bien arquitectónico de altísima calidad patrimonial e identitaria. Pero no lo sabemos todo, porque existe una cantidad de autorías que seguimos ignorando: ¿quién fue el contratista de la construcción?, ¿quiénes fueron sus albañiles?, ¿quién forjó las rejas, las antiguas y las más nuevas?, ¿quién fabricó la vidriera del gran ventanal de la fachada?, ¿dónde se fabricó?, ¿quién modeló los adornos de los pináculos y las torres?¿quién ejecutó las carpinterías originales?,¿quién diseñó las piezas de cerrajería ornamentada?, ¿quién esculpió los relieves de los ángeles coronados?, ¿quién fabricó las luminarias?, ¿y el altar? Y, como una cuestión recurrente, seguimos preguntándonos acerca de aquel misterioso “P. Bennert”, cuya propuesta, también misteriosa para nosotros, no resistió el peso del croquis… o del nombre de Taylor.


Quizá algún día, otra generación de investigadores acierte con las respuestas, demostrando que la historia es un continuum abierto a nuevos cuestionamientos críticos y, con suerte a favor, a nuevos hallazgos heurísticos. Porque aunque los años pasen, la ciudad cambie, y hasta la feligresía se renueve, la iglesia alemana permanecerá en su lugar, y el discurso que pronuncia con su sola presencia, seguirá siendo parte de esa memoria común, con frecuencia envuelta en la bruma del olvido, pero que, gracias a la crónica histórica o al ritual conmemorativo que satisface a las efemérides, cada tanto vuelve a fluir, como el cauce seco de un río antiguo.