Por Oscar Andrés De Masi
El 4 de octubre de este año ha sido
presentado en el HCD de San Isidro un proyecto de ordenanza disponiendo la
"peatonalización" del Casco Histórico de esa ciudad (APP año 1976),
verdadero tesoro de memoria reflejada en sus marcas materiales. La iniciativa
es, ostensiblemente, virtuosa (porque es necesaria, conveniente y oportuna) y
se alinea con las tendencias que se verifican en diversos lugares del planeta
Tierra que respetan su pasado, para este tipo de áreas históricas, consolidadas
o no.
El texto es suficientemente explicativo de la
intención de la norma propuesta y de sus fundamentos, que hunden sus razones
epistémicas en conceptos interdisciplinarios como la movilidad accesible y el
resguardo inclusivo de las personas con movilidad reducida, la calidad de vida
y ambiente, los espacios públicos saludables, la preservación de los valores
del patrimonio arquitectónico y urbano del sector, la integridad de la unidad
de paisaje, la promoción del turismo de cercanía y sus impactos socioeconómicos
etcétera.
En suma, como dice el documento, se trata de
un modo, también, de construcción de comunidad.
Una vez más (y lo decimos hasta el cansancio
desde la cátedra, desde nuestras monografías y desde este blog), esa
historia que invade nuestro presente bajo la forma visible del Patrimonio (y
así ocurre en el Casco Histórico de San Isidro) nos explica de dónde provenimos
y quienes somos. Por eso merece el mayor de los respetos. Y si a ello se
añaden los argumentos de calidad de vida vecinal y ambiente, entonces ya nada
podría argüirse en contra de una iniciativa así de justificada y plasmada en un
proyecto con tan claro abordaje conceptual y tan apropiada redacción. Y ¿qué
mejor oportunidad que la próxima reapertura de la Plaza Mitre, para esta
impostergable mejora de la gestión de su entorno como área protegida?
Al presentar este proyecto, la porción
justicialista de la oposición en el Concejo Deliberante de San Isidro ha hecho
su tarea con evidente acierto y responsabilidad ante el interés público. Ojalá
que el oficialismo, como mayoría, responda con simétrica lucidez y compromiso.
Y podamos disfrutar hoy de un Casco Histórico peatonalizado y accesible, pero a
la vez garantizando para el mañana la preservación de la integridad de sus
valores patrimoniales y ambientales como unidad de paisaje. Porque, como
decía Johan Ruskin, los bienes patrimoniales no nos pertenecen: pertenecen a
las generaciones futuras.
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