La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

domingo, 8 de julio de 2018

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DEL SITIO CONOCIDO COMO PALERMO DE SAN BENITO Y DE LA FORMACION DEL PARQUE TRES DE FEBRERO



Por Oscar Andrés De Masi
Para http://viajealasestatuas.blogspot.com.ar
Julio 2018


El presente texto no pretende una compilación exhaustiva de la historia territorial, urbana y jurídica del "Parque Tres de Febrero" y el sitio de su asiento, sino ofrecer a las amigas y amigas de http://viajealasestatuas.blogspot.com.ar, una síntesis de sus principales antecedentes, el origen de su diversa toponimia, la utilización de aquellas tierras hasta llegar hasta su configuración como parque público, con sus diversos elementos patrimoniales, paisajísticos y artísticos.


Las tierras y su toponimia tradicional

La zona donde se ubica el "Parque Tres de Febrero" no fue de las primeras que ocuparon los pobladores venidos con don Juan de Garay en 1580, a fundar Buenos Aires. Tal era su condición de bañado orillero con nula aptitud para el asentamiento doméstico o productivo.

Si los "bosques" de Palermo fueron, alguna vez, sinónimo de misterio, no lo es menos el origen de su nombre, atribuido a un tal Juan Dominguez Palermo, de dudosa proveniencia siciliana, que habría contraído matrimonio con la hija de uno de los primeros pobladores y, por esta vía conyugal o dotal, habría adquirido las tierras en cuestión.

Otros señalan que fue la suegra de un tal señor Torrecillas quien, siendo antes dueña de una parte del lugar, le habría dado el nombre, en recuerdo de los paisajes rústicos de Sicilia. Y, como allí se levantaba una antigua capilla dedicada a San Benito, para el culto de los esclavos negros, ambos nombres quedado asociados en el topónimo "Palermo de San Benito", a cuya fama contribuyera don Juan Manuel de Rosas, al fechar su correspondencia con aquel nombre. La memoria remota de aquel paraje como escenario ritual sincretista de una negritud suprimida debería ponderarse como un valor de diversidad cultural a rescatar en una eventual declaratoria nacional del lugar. Exceptuando la "capilla de los negros", en Chascomús, son bien escasos los sitios declarados que reflejan patrimonialmente esta situación de diversidad relativa a los afroargentinos.

Una síntesis de ambas hipótesis acerca del origen, ensayada hace tiempo por Horacio Schiavo (Palermo de San Benito. 1969) arroja como resultado esta conclusión, bastante verosímil: si el tal Dominguez adquirió las tierras con posterioridad a la designación impuesta por la suegra de Torrecillas, debió encontrarse ya con ese nombre consolidado, lo cual le facilitó identificarse a si mismo como "de Palermo", vale decir, "Dominguez el de aquel paraje". Schiavo concluye que el uso habría hecho todo lo demás…

En definitiva, se trata de una hipótesis. Lo cierto es que, al parecer, el éxito no coronó los esfuerzos de aquel pionero, su nombre pudo bautizar aquella geografía agreste como "Palermo", ya registrado en documentos y planos de data colonial.


Presencia de don Juan Manuel de Rosas

Don Juan Manuel de Rosas lo rebautizó hacia 1834, cuando comenzó las tareas de rellenado del "Bajo" costero, con humus traído desde Belgrano y la Recoleta. Fue, desde entonces, "Palermo de San Benito", un enorme complejo donde el Restaurador instaló su casona (proyectada por el ingeniero Felipe Senillosa), y a la vez, la sede del gobierno, junto a una unidad productiva rural y forestal y un espacio de recreación pública, todo ello conectado vialmente con el tejido urbano y sus salidas a la campaña.

El carácter casi feudal del asiento concebido y preferido por Rosas, era consistente con la filiación ya romántica de su figura, alejada de los entusiasmos neoclásicos y republicanos de Mayo, y más cercana a los poderes monárquicos nacionales que habían vuelto al escenario europeo con la Santa Alianza. En "Palermo de San Benito", Rosas fue un monarca en su bastión; y hasta una menguada y austera, "corte" punzó, que incluyó bufones y una "princesa federal", se congregó allí, mientras duró aquel reinado tan singular.

Justamente, el sector señorial o "casco" de la extensa propiedad, fue escenario de numerosos acontecimientos políticos y sociales de la época de Rosas. A título de ejemplo, bajo el llamado "aromo del perdón" o "aromo de Manuelita", la hija de Rosas solía interrumpir los ocios solariegos de su padre, e implorar la conmutación de penas para los reos unitarios acusados de felonías políticas. La subsistencia de un retoño o vástago de aquel árbol, en la esquina de las Avenidas Del Libertador y Sarmiento, frente al rond-point y al Monumento de los Españoles, ameritaría para el vástago de aquel ejemplar, una declaratoria nacional individual, similar a la que se asignó a la vecina "magnolia de Avellaneda", a pocos metros de allí.

 Aromo del perdón. Foto oadm, 2012.



Reutilización y resignificación

Tras la caída de Rosas, en 1852, el establecimiento fue invadido, saqueado y prontamente dejado en estado de abandono, al menos hasta 1870, con la instalación, allí,  del Colegio Militar.

Precisamente, fue un acérrimo enemigo de Rosas, me refiero a Domingo Faustino Sarmiento,  quien, inspirado en los parques públicos europeos, en los Rural Cemeteries de Nueva York y Cambridge, y en el Central Park de Manhattan, puso un foco de progresismo urbano a la pàge, en el área, proponiendo una resignificación del sitio, para goce del público.

Tocó inaugurarlo al presidente Nicolás Avellaneda con el nombre de "Parque Tres de Febrero", precisamente en alusión a la fecha de la caída de Rosas, como si el nuevo nombre encerrara un conjuro cívico, capaz a de borrar la "memoria maldita" de su antiguo propietario. Así obraba en el plano simbólico de la traza urbana, aquella generación liberal de la llamada "Organización Nacional"... Nuestra mirada actual del patrimonio, como espacio de construcción de consensos y de arbitraje de los conflictos históricos a través de la síntesis identitaria nacional, impone la tarea de recuperación de la totalidad de los estratos históricos del sitio, con su memoria específica, incluyendo la toponimia tradicional suprimida.


 Magnolia de Avellaneda. Foto del libro Árboles Históricos Nacionales.


Algo se intentó reparar de aquel silenciamiento, cuando en la época del presidente Menem, y tras la repatriación de los restos de Rosas, al menos se inauguró una estatua ecuestre en lo que fue parte de su enorme propiedad. En cuanto a la estatua, no tiene buena estima ¡ni entre los simpatizantes de Rosas! Recae sobre ella un juicio injusto a mi entender, porque no es mala escultura. Pero, quizá, lo desfavorable sea ese pedestal pesado, poco plástico y fuera de proporción.


 Estatua ecuestre de Rosas. Foto oadm, 2018.



Nuevo concepto paisajístico

La configuración definitiva del Parque fue cambiante, ya que, tras otro período de abandono, en 1881, el activo intendente Torcuato de Alvear lo rehabilitó, en el marco de un programa de sistematización de los espacios públicos ofrecidos al ocio ciudadano.

Sin dudas, fue con la llegada del ilustre paisajista francés Carlos Thays a la Dirección Municipal de Paseos, y luego, con la gestión de su sucesor, Benito Carrasco, que el Parque aceleró sus transformaciones, definió su identidad, y adoptó una nueva configuración dotada de sentidos recreativos, paisajísticos, ornamentales, conmemorativos, evocativos e higiénicos.

Así, por obra de la dinamita, (literalmente), desapareció el caserón de Rosas en 1899, y en su lugar se erigió el rond-point donde, luego, se levantó el Monumento de los Españoles, ofrendado por aquella colectividad con motivo del Centenario y comenzado a ejecutar A. Querol, quien no pudo concluirlo.

La polémica estatua de Sarmiento, obra de A. Rodin (1899-1900) fue parte de aquella "apropiación simbólica" que las élites liberales hacían del sitio. El citado monumento tiene la particularidad, en la cara posterior del pedestal, de incluir un casi ignorado elemento escultórico de mano de E. A. Bourdelle, quien por entonces se desempeñaba en el taller rodiniano de París.


 Sarmiento por Rodin. Foto oadm, 2012.


Sucesivas ampliaciones dieron lugar al Pabellón de los Lagos, al Rosedal, y al Patio Andaluz.

Cabe mencionar la profusión de esculturas conmemorativas o meramente ornamentales que existen en el Parque, obras de celebrados artistas argentinos y extranjeros. Por citar, apenas, un par de ellas, y por razones de brevedad, mencionamos la Ofrenda floral a Sarmiento de Peynot o El esclavo de Cafferata. Puede afirmarse que la mayor concentración de obras escultóricas de la Capital se verifica en el Parque en y las plazas y plazuelas que lo componen.



 El Esclavo por Cafferatta. Foto oadm, 2013.


 Sarmiento por Peynot. Foto oadm, 2013.


Recién hacia 1933, el Parque completará su configuración más o menos definitiva, con la instalación del primer Jardín Japonés, de pequeña superficie, al cual seguirá en 1967, el actual Jardín Japonés que goza de una declaratoria nacional (Decreto P.E.N:652/08) cuyo acto administrativo presidencial tuve el privilegio de redactar por especial pedido del Arq. Alberto S. J. de Paula, cuando integraba la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos en mi carácter de Asesor Legal ad honorem.


 Jardín Japonés. Foto del libro Árboles Históricos Nacionales.



Referencias bibliográficas principales

.Pschepiurca, Pablo: Palermo, la construcción del Parque en revista Summa, colección Temática nº 3/ 83, Bs. As., 1983.
.Ramos, Jorge: El Parque Tres de Febrero, de Garay a Noel en El tiempo de los parques, compilado por Sonia Berjman, UBA-FADU-IAA, 1992.
.Gorelik, Adrián: La grilla y el parque (espacio público y cultura urbana en Buenos Aires 1887-1936) Universidad Nacional de Quilmes, 1998.
.Pando, Horacio: Palermo de San Benito en Anales del IAA nº 17, 1964.
.Schiavo, Horacio: Palermo de San Benito en Cuadernos de Buenos Aires nº XXXII, 1969.
.De Masi, Oscar Andrés: El Jardín Japonés de Buenos Aires, CNMM y LH y Fundación Cultural Argentino-Japonesa, 2009.
.De Masi, Oscar Andrés: Árboles Históricos Nacionales, CNMM y LH - INTA, 2012.
.Muello, Ernesto: 1880-Cincuentenario de la Federalización de Buenos Aires-1930, Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, 1932.




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