Por Oscar Andrés De Masi
Para
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Mayo 2018
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Hace ya bastantes meses que, sin querer,
dejamos de ocuparnos de la estatuaria funeraria. Algunos amigos y amigas que
acompañan nuestro blog nos reclaman, con razón, una vuelta al tema. Para ello,
hemos elegido la magnífica escultura funeraria que representa a Mons. León
Federico Aneiros y que pueden mirar y admirar en su sepulcro, en la Catedral
Metropolitana de Buenos Aires.
Voy a darles algunos datos epocales
acerca de Aneiros, fallecido en 1894.
Aneiros fue una figura relevante y
dominante de la escena eclesiástica, en el contexto del llamado
"renacimiento católico" o la "restauración católica" en
Buenos Aires y en el país en general. Fundó periódicos, parroquias y asilos, y
participó en numerosas iniciativas patrióticas. No fue ajeno a la política y
mantuvo frecuentes polémicas con los sectores laicistas y con la masonería.
En 1897 una Comisión Pro-Mausoleo encargó
a la Asociación Artística "El Ateneo", la organización de un concurso
de esculturas, que ganó Victor de Pol (veneciano de nacimiento, afincado en
Buenos Aires, se decía descendiente del gran navegante Marco Polo).
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Ya desde el comienzo de la encomienda
hubo alguna dificultad: los marmolistas habían "canalizado" el boceto
en el bloque de mármol estatuario, cuando la Comisión pidió que la figura
llevara birrete arzobispal. Debió, entonces, modificarse el proyecto completo.
Como modelo, posó un juez de instrucción
que era físicamente parecido a Aneiros, revestido con los ornamentos
arzobispales. Debe destacarse el excelente modelado del mármol de Carrara, en
especial los pliegues y la filigrana de la capa pluvial.
Aneiros fue retratado como un hombre
piadoso, en la quietud silente de un momento de profunda oración (la
orientación de la escultura en dirección de la capilla del Santísimo podría
sugerir una plegaria de adoración eucarística, aunque en tal caso ¿no debería
estar descubierta la cabeza?), indicada por la actitud reconcentrada del
rostro, el gesto de ambas manos y la posición "de rodillas" sobre un
mullido almohadón. Éste último detalle como apoyo de la figura humana logra un
efecto adicional de plasticidad o suavidad de la masa marmórea. También es
apreciable el atributo del anillo en el dedo anular de la mano derecha, de
marcada vascularidad.
La estatua se inauguró en setiembre de
1898 y fue muy elogiada. Para la ocasión se acuño una medalla (iconografía,
también, de Victor de Pol) y se imprimió una postal conmemorativa.
El escultor firmó la obra en el plinto.
Por debajo de la escultura se ubica la tumba, con su laudatoria inscripción
epigráfica en latín.
A ciento veinte años de su conclusión,
nos sigue impresionando por la "gravitas" verista del retrato, y por
la atmósfera decididamente sepulcral que irradia. Vale la pena que se acerquen
a verla.
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