La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Busto del cardenal Santiago Luis Copello




Foto gentileza Museo, Biblioteca y Archivo "Dr.Horacio Beccar Varela", Quinta Los Ombúes, San Isidro.


Ubicación: Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal de San Isidro "Dr. Horacio Beccar Varela". En reserva patrimonial (en préstamo de la Parroquia de San Isidro).Autor: Leone Tommasi (italiano, 1903 – 1965)
Material: yeso
Ejecución: s/f c 1950


Reseña histórica y artística

Una obra que podría caracterizarse como rareza, es el molde en yeso para el busto del Cardenal Copello, ejecutado por el escultor Leone Tommasi, el mismo que proyectó y comenzó a realizar el célebre y controvertido “Monumento al Descamisado” en la ciudad de Buenos Aires.

Santiago L. Copello había nacido en San Isidro en 1880 y llegó a ser Arzobispo de Buenos Aires y promovido luego al cardenalato. Tras la caída de Perón, en 1955, y luego de un tiempo, fue trasladado a la Curia Romana.

Por su parte, Tommasi, se vinculó a Copello a través de la “Santería Pontificia Luis Barra”, cuyos propietarios (Luis Barra y Ana Anesi, y sus hijos) eran vecinos de San Isidro y allegados al prelado. Fue uno de aquellos hijos, Victorio Barra, quien facilitó al escultor un taller, especialmente construido, en la calle La Salle, para producir los modelos en yeso y arcilla del programa estatuario del “Monumento al Descamisado”, que luego se esculpían en mármol en Italia. Durante sus estadías en San Isidro (como huésped de María Durini de Barra, en la calle Martín y Omar) realizó otras obras.

Un rasgo digno de mención en la producción de Leone Tommasi es su apego al lenguaje clasicista, que no abandonó ni siquiera en tiempos del fascismo, cuando la estética littoria se hizo dominante.

El busto del Cardenal Copello es un vivo retrato del prelado, según la tradición escultórica italiana. El rostro luce “demacrado” y su gesto aparece adusto y denota preocupación (el especialista en religión y política, Roberto Bosca, recalcó que la seriedad habitual de Copello derivó en un ceño recurrentemente adusto, al acentuarse la crisis con el gobierno peronista). Se ha prestado atención a los detalles de sus facciones, sin ocultar arrugas, ojeras ni la vascularidad en las sienes. Mismo detalle aparece en el cuello de la muceta, sus botones y ojales, sus pliegues y en la magnífica cruz pectoral. Esta última estaba engarzada con joyas familiares, según una conocida versión (aunque al parecer, y de acuerdo al relato de Georgina Paván de De Tomasso, se trató del anillo episcopal que cinceló el joyero Camilo Monga fundiendo, en presencia de Copello, las joyas familiares). Para destacar el modelado de la cabeza, el escultor prefirió el breve solideo en lugar del capello cardenalicio.

Puede decirse que, aún en el rigor de su verismo, y aunque sin llegar a la gravitas del retrato clásico, la figura logra unos rasgos de autoridad sin embellecimientos, propios del rango del retratado. En cualquier caso, prevalece una representación realista y creíble, antes que una idealización. La supresión de los característicos anteojos de Copello elimina de la figura las alusiones modernas, emparentando a este cardenal argentino contemporáneo con cualquiera de sus colegas del período barroco italiano.