La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

martes, 20 de diciembre de 2016

UN NUEVO ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE ALBERTO S. J. DE PAULA. DE LA MEMORIA RITUALIZADA A LA MEMORIA PRIVATIZADA



Por Oscar Andrés De Masi
Para http://viajealasestatuas.blogspot.com.ar
Diciembre 2016
  
El pasado 12 de diciembre, Alberto S. J. de Paula hubiera cumplido 80 años. Quienes estuvimos en su cercanía fraterna, amical y magisterial, lo seguimos recordando con la extraña sensación de una presencia tan inasible como aquel espejo que huye que nombró Giovanni Papini. ¿Dónde está hoy Alberto? ¿Dónde reside ese "algo" que todavía permanece de Alberto? Y la respuesta nos conduce al territorio de la memoria. Si algo queda aún de Alberto, más allá de su obra escrita, ese "algo" es el recuerdo que persiste en sus amigos. Como un patrimonio intangible, el soporte físico de lo que alguna vez fue ese sujeto-persona-humana, llamado Alberto de Paula, es la memoria tribal de sus amigos y discípulos. No hay otra cosa.

La memoria es frágil, porque la debilita el paso del tiempo y el dinamismo de la conciencia: como en un flujo primordial de fantasmas de la mente, un recuerdo desplaza al otro, un recuerdo sepulta al otro. De ahí que la memoria agradecida (uso tal categoría según la Iconología de Cesare Ripa) deba, siempre, mantener vivos y vigentes los recuerdos de aquellos de quienes nos reconocemos deudores morales, intelectuales o materiales. Seguramente, entre quienes anduvimos en el entorno vital de Alberto, habrá deudores de las tres clases.

Las instituciones no producen recuerdos propios. Su memoria depende de la memoria de los hombres y las mujeres que las integran. Como decía Agustín de Hipona, el Estado carece de alma inmortal. Deus mortalis, según Richelieu… Pero, las instituciones producen "rituales de memoria". Establecen el habitus de congregar o de conectar, una vez al año, a quienes desean pagar su tributo de gratitud, a través de la liturgia del recuerdo público. Algunos lloran; otros callan. Todos recuerdan.

Las muchas instituciones públicas (estatales, para-estatales y eclesiásticas) donde actuó Alberto (llámense Comisión Nacional de Monumentos, Conicet, Junta de Historia Eclesiástica, Instituto Histórico Municipal de Lomas de Zamora, Museo Jauretche del Banco Provincia, Instituto de Arte Americano…) construyen su memoria ritual a partir de la memoria activa de quienes las integran en cada eón de su corta o larga historia. Y, a la vez, la institución olvida, lo que olvidan sus miembros. Cuando cesa el fuego iluminador del ritual, se proyecta la sombra del olvido.

¿Cuáles de aquellas instituciones han recordado este 12 de diciembre a Alberto de Paula? ¿Todas? ¿La mayoría? ¿Alguna de ellas? No vamos a levantar un dedo imputador, porque no somos censores romanos: los lectores de nuestro blog conocen la respuesta. Y la respuesta nos avergüenza un tanto…

Con señaladas excepciones, cada año, el recuerdo de Alberto de Paula se desvanece un poco más en las prácticas ritualizadas de aquellas instituciones donde, hoy, los más jóvenes llegan a preguntarse ¿Quién fue Alberto de Paula?. Yo mismo lo he oído, con incredulidad.

Sus amigos lo recordamos silenciosamente, porque, al parecer, han cesado o van mermando los tributos revestidos de ritual. Vamos "privatizando" su recuerdo, sin querer. Somos, acaso, el depositum de esa memoria agradecida, aunque cada vez más introvertida. Cuando el último de nosotros desaparezca de esta condición fenoménica, con ese último, se irá también Alberto. Hasta que alguna generación muy por venir, redescubra su labor y resignifique su figura. No llegaremos a verlo. Pero podemos intuirlo desde ahora.

A muchos de nosotros (y en particular a Perla, su hermana de 85 años) nos hubiera complacido que el Museo Jauretche del Banco Provincia, hubiera cumplido este año con el ritual de homenajearlo públicamente el día de su natalicio. No ocurrió. ¿Por qué? Vaya uno a saber. Otras prioridades marcan, quizá, la agenda institucional del Banco. Y el recuerdo de Alberto de Paula se vuelve, cada día, más lejano para directores, gerentes y empleados.

Mientras tanto, nuestros blogs tributan este simple homenaje, público y cyber-espacial, a Alberto, dando a conocer dos breves fichas de su puño y letra, que conservo en mi archivo, y que son, a su modo, dos "manifiestos" de aquella vertiente hispanista que supo cultivar: una ficha muy temprana relativa a don Juan de Zamora (adviértase que, todavía, Alberto no empleaba la caligrafía inclinada que lo caracterizó luego); y un apunte bastante tardío, con referencias bibliográficas del período español.


-Oíd, oíd mortales-, proclama el Daimon: -¡disfrutad de ellas!-





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