La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

martes, 4 de marzo de 2025

EL DESTINO ACIAGO DE LA ARQUITECTURA ITALIANIZANTE EN EL DISTRITO SUR DE BA




Lo que ven en las dos imágenes es, apenas, una muestra, ubicada en la avenida Vélez Sarsfield, entre Barracas y Parque Patricios. Un caso más, como un facsímil de otros cientos. La bella arquitectura inspirada en los Tratados italianos, que se prodigó en la Capital y el resto del país 🇦🇷de la mano maestra de arquitectos, constructores y albañiles venidos de Italia, como un eco tardío del Renacimiento y sus pulsiones clásicas, hoy es un PATRIMONIO EN RIESGO.

¿A alguien con responsabilidades gubernamentales le importa? No parece.

No he sabido que exista un PLAN INTEGRAL DE PRESERVACIÓN Y RESCATE de estas fachadas específicas. Ya sabemos que la normativa que vigente poco y nada preserva.

Y no hablo aquí de una mera protección preventiva con criterio cronológico, pues basta con ver el estado que ofrecen estos especímenes, en todos los barrios. Es evidente que la normativa no protege lo suficiente.

Estamos ante edificios patrimoniales que hablan de quienes fuimos y de donde proviene nuestra cultura, o lo poco que queda de ella.

Estos ejemplares espléndidos van sufriendo la suma de los agravios posibles en su materialidad, en una gradiente que va, desde la falta de aseo y mantenimiento, junto a deterioros superficiales, hasta la pérdida de revoques y relieves, la degradación causada por intervenciones inadecuadas y mersas, reemplazos incorrectos de partes, ruina y, finalmente, la demolición para dar lugar a un nuevo adefesio.

¿Qué destino le espera a este edificio? No cuesta mucho esfuerzo imaginar lo que preludia la mampara. Sobran los antecedentes en abono del pronóstico pesimista, en una ciudad que viene despojándose de su mejor pasado, a cambio de un presente en acto continuo que anuncia un futuro sin tradición ni identidad.







LA LECCIÓN DEL “ÚLTIMO” ALBERDI, ACERCA DE LOS LIBERALES AREGENTINOS…

Por OADM

Para Viaje a las Estatuas, febrero 2024 



La Argentina es gobernada en este momento por un partido político cuya historia es una página en blanco, que se dice libertario y que pregona la libertad liberal como bandera y programa. 


Me pareció interesante, además de mostrar hoy una estatua de Juan Bautista Alberdi (a quien esta facción gobernante dice reverenciar como padre fundador de nuestras “ideas de la libertad” republicana), recuperar una frase de sus Escritos Póstumos (aquellos que comenzó a recopilar su hijo Manuel y, luego, Francisco Cruz).


Porque ocurre que no hay un Alberdi unívoco



Aquí, en la cita que les propongo, se trasunta un Alberdi que se ha desencantado de los espejismos ideológicos iluministas y librecambistas, plasmados en las “Bases” de 1852, que no hicieron más que conducir al país a un esquema de dependencia foránea y fracasos reiterados en su sistema de representación democrática.


Este “otro” Alberdi, el que habló de Rosas con juicio equilibrado*  y lo visitó en Inglaterra durante su propio exilio provocado por los unitarios triunfantes, el la “Peregrinación a la luz del día”, el de “la Monarquía como mejor forma de gobierno en Sudamérica” o, simple y llanamente, el de los “escritos póstumos”… no agrada a los liberales y prefieren “cancelarlo” como referencia doctrinaria, quedándose solamente con una versión de Alberdi funcional a sus manifiestos y slogans.


Pero veamos qué dijo acerca de los liberales argentinos uno de los “padres” del liberalismo político y económico, argentino e hispanoamericano:


Los liberales argentinos son amantes de una deidad que no han visto ni conocen. 

Ser libres, para ellos, no consiste en gobernarse a si mismos, sino en gobernar a los otros. 

La posesión del gobierno: he ahí toda su libertad.

El monopolio del gobierno: he ahí todo su liberalismo…”.


Juan Bautista Alberdi, “Escritos póstumos”, X, 1872




* Con este juicio conciso, Alberdi no sólo desenmascaraba al liberalismo vernáculo, sino que recuperaba un topos de las ideas republicanas clásicas, de Montesquieu a Tocqueville y aún después: el problema de la virtud.