La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

jueves, 22 de agosto de 2024

UN TEMPRANO INTERÉS EN LOS ÁRBOLES HISTÓRICOS NACIONALES

Por Oscar Andrés De Masi

Para Viaje a las Estatuas, 22-VIII-2024

 

En más de una ocasión, al hablar de los árboles históricos con declaratoria nacional (a los cuales dediqué un libro  que auspició la Comisión Nacional de Monumentos en el año 2012), al final de mis clases me suelen preguntar desde cuándo me interesaba aquel tema que combina el vector de la historia con el aprecio al árbol. Ambas invariantes, la historia y los árboles, están en mis genes.

 

Al ser consultado, pues, respecto del momento exacto donde ubicar el punto de partida de mi interés por los árboles históricos, sólo atinaba a responder con una vaga reminiscencia, rotulada con la frase, casi convencional: -"Desde muy joven..."-

 

En efecto, sabía que hurgando en los meandros de una memoria evanescente podía, quizá, llegar a ese instante de epifanía, cuando se me reveló, por vez primera, la existencia del fenómeno real de un árbol histórico concreto. Y aquel instante estaba allá lejos y hace tiempo, mucho más remotamente que la lectura de la obra de Enrique Udaondo o los archivos de Levene, que fueron fuentes tan inspiradoras de mi ensayo del año 2012.

 

Y, al fin, aquel punto de partida apareció por sola serendipia este año, revolviendo fotos viejas junto a mi madre y mi hermana.

 

La foto en blanco y negro que ilustra este comentario la tomé en Candelaria (Misiones) durante un viaje de familia. Debió ser allá por el año 1975 o 1976, no podría precisarlo. La obtuve gracias a una cámara Kodak Brownie Fiesta, enteramente hecha en plástico gris claro. Fue un regalo de mis padres. Hoy sería un objeto vintage y vaya a saber dónde fue a parar.

 

Con esa máquina que parecía un juguete y sin ningún entrenamiento ni protocolo teórico previo, empecé la práctica de la fotografía, pagando con mis ahorros la compra de los rollos y el costo del revelado (aunque, a decir verdad, no pocas veces me subsidiaban mis viejos). Recuerdo que prefería las películas en blanco y negro, en parte por alarde expresionista, pero más todavía por economías, porque eran más baratas que los films de color.

 

Pero volviendo al árbol misionero, que allí se ve encadenado y con su fuste horrendamente pintado a la cal para repeler a las hormigas, se trata del célebre "sarandí blanco" a cuya sombra el general Belgrano descansó y divisó la ruta del cruce del río Paraná, en su fallida campaña al Paraguay. Recuerdo que nos detuvimos junto al árbol y mi madre nos leyó, a mis hermanos y a mi, un cartel que indicaba el hecho histórico, mientras contemplábamos la orilla opuesta del río, tratando de imaginar el cruce del ejército y su impedimenta.

 

Fue declarado Árbol Histórico Nacional mediante la Ley 25.383 del 30 de noviembre de 2000; aunque ya desde 1947 se venían realizando gestiones provinciales para su valoración patrimonial. Obviamente, al tomar la fotografía, ignoraba el tecnicismo de su declaratoria. Pero, a medida que mi madre nos leía la reseña, mi mente recreaba la escena del pasado, y no dejaba de asombrarme que el ejemplar siguiera vivo. Se ha dicho que en la actualidad, el que existe en Candelaria es un retoño clonado del original, que estamos viendo en la imagen. Al parecer, el viejo sarandí comenzaba a secarse y ello movilizó la operación científica de clonación. Pero no dispongo, ahora, de más datos.

 

En cuanto a la ubicación, recuerdo que se hallaba en la vereda de una dependencia pública, que podía ser la Prefectura o una Comisaría, aunque se me torna resbaladizo el detalle. Si hoy ha sido mudado a otro sitio, como parece que ha ocurrido, al menos esta foto, asaz defectuosa, que estamos viendo (mea culpa!), registra fehacientemente su anterior lugar y su aspecto, hace ya más de cuarenta años. No es poco.








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