La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

jueves, 30 de marzo de 2017

EL EDITOR DE NUESTRO BLOG PARTICIPÓ EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO EL CEMENTERIO DE LOMAS DE ZAMORA

Por Imafronte
Para http://viajealasestatuas.blogspot.com.ar
Marzo de 2017


La tarde otoñal del 22 de marzo pasado fue el momento elegido por María Cristina Echazarreta para la presentación de su libro sobre El cementerio de Lomas de Zamora, una obra de relevamiento e investigación producida a lo largo de tres décadas. El lugar de la presentación fue la sede del Colegio de Agrimensores de Lomas de Zamora, un hermoso chalet inglés (en excelente estado de conservación, dicho sea de paso) en la calle Saenz, a tres cuadras de la plaza principal de la ciudad, en pleno casco fundacional de las viejas Lomas.



Foto gentileza Hugo Bento y equipo


El acto contó con la asistencia de un numeroso público lomense, de la Capital y de otras localidades. Entre los presentes se hallaban varios miembros del Instituto Histórico Municipal local (Cárlos Pesado Palmieri, Norberto Candaosa, Alfredo Grassi, Margarita Casas,  Luis Letizia, Alberto Baliña, Carlos Fernandez, Blanca María Riccardi, Alberto Fortassín, Carlos Liotta, Gabriel Muscillo, Roberto Vicchio), Sofía Oguic (Museo Histórico Nacional), Marcela Fugardo (directora del Museo Histórico de San Isidro), la editora Graciela Sammartino, Marcelo E. De Masi, Mario Tusiani, J. Pablo Willemsen, Enrique Bonomi, alumnas de la Escuela Nacional de Museología, profesoras del Instituto de Profesorado Sáenz, representantes de la Asociación Sanmartiniana "El Plumerillo", Mariel Basta (Ciclo de Museología de la UNLa), Carlos Moreno, vecinos y vecinas lomenses y, especialmente, familiares de personas sepultadas en el cementerio. Dos representantes del área de Cultura municipal se hicieron presentes y tomaron fotografías. Debemos destacar la calidez de los agrimensores anfitriones, quienes en la persona de su presidente, acompañaron el acto (¡y hasta colaboraron en la proyección de las imágenes!).

 Foto gentileza Hugo Bento y equipo


Al inicio, el licenciado Cárlos Pesado Palmieri, presidente del Instituto Histórico Municipal, pronunció la bienvenida de rigor y agradeció la hospitalidad de los agrimensores, tras lo cual dio lectura a los datos biográficos de la autora (colega del Instituto), expresando diversas consideraciones acerca del cementerio local y su imbricación en la identidad comunitaria, dando lectura, además, a un párrafo del prólogo escrito por el Dr. Oscar Andrés De Masi y a algunas líneas de la autora.

 Foto gentileza Hugo Bento y equipo


Tras sus palabras, tocó el turno a María Cristina Echazarreta, quien no pudo ocultar la emoción que la embargaba en aquel momento, dando las gracias a todos aquellos que la habían impulsado a realizar su investigación y que habían colaborado con ella. Una mención especial merecieron los fallecidos David Wosco, Néstor Onsari, Carlos Duchini, Alberto de Paula, y más recientemente, el prologuista presente, Oscar Andrés De Masi. También agradeció al personal del cementerio y a las personas e instituciones que habían facilitado información y documentos. Su intervención, sentida y emotiva, fue especialmente aplaudida, así como fue celebrada la edición de su trabajo, tras tantos años de preparación. La pulcra labor de la editora Graciela Sammartino fue puesta de relieve.


 
Foto gentileza Hugo Bento y equipo


A su turno, el prologuista, Dr. Oscar Andrés De Masi, especialista en arqueografía y patrimonio funerario, hizo uso de la palabra, afirmándose en el valor de los autores clásicos para ponderar la relevancia del patrimonio funerario en lo relativo a la identidad fundante de los pueblos. Así, la frase de Fustel de Coulanges, al pie de los sepulcros nacieron los altares, permitió al disertante postular la correspondencia "en clave sacralizadora" entre los sepulcros y esa memoria mortuoria que tiene por escenario el cementerio como "espacio de memoria ritualizada intra muros". De este modo, para De Masi, el cementerio adviene en una reserva de lenguajes simbólicos, de repertorios expresivos artísticos, de lenguajes epigráficos y de linajes genealógicos. En este punto, destacó la importancia de la obra de María Cristina Echazarreta, "forjada en la soledad de los precursores", sin apoyos oficiales, y cuando estos temas aún no eran abordados por los investigadores en el medio lomense. La lectura de un párrafo de los Fastos del poeta romano Ovidio, dio cierre a esta primera parte de su discurso, que combinó (como es ya habitual en el orador), el rigor académico y su versación en los clásicos latinos, con la soltura del story teller habituado a la comunicación.


Foto gentileza Hugo Bento y equipo


Enseguida dio comienzo la parte final del encuentro, a través de la proyección de numerosas imágenes (registradas por la autora) del enterratorio y sus elementos edificados, las cuales fueron explicadas mediante un simpático y prolongado coloquio entre Echazarreta y De Masi. Cuando se encendieron las luces y la autora recibió, una vez más, los reiterados y merecidos aplausos del público, el reloj marcaba ya las 21 horas. El tiempo había pasado volando. Así de interesante fue la presentación, seguida de un brindis de camaradería.


Foto gentileza Roberto Vicchio

Para aquellos que no pudieron acercarse hasta la ancestrales Lomas de Zamora, habrá una segunda presentación porteña.








sábado, 18 de marzo de 2017

PRO-RETORNO DEL MONUMENTO A CRISTÓBAL COLÓN A SU SITIO: COM´ERA E DOV´ERA


Con el telón de fondo de Puerto Madero, en la bruma de una madrugada in blue
Colón es desalojado de la plaza que lleva su nombre.
Foto gentileza Graciela Fernández


Por Oscar Andrés De Masi
Para http://viajealasestatuas.blogspot.com.ar
Marzo 2017


Episodio 2: EL SOCIO DEL SILENCIO

¿Cómo no recordar aquella inquietante película canadiense del año 1978, protagonizada por Elliott Gould, Christopher Plummer y Susannah York? ¿Se acuerdan? El "socio del silencio" era, precisamente, quien aprovechaba la coyuntura de una acción reprochable, para obtener un provecho de dudosa moralidad.

Y pensando en el Monumento al Gran Almirante Cristóbal Colón, desmontado por decisión oficial sin ninguna justificación técnica ni artística ni urbanística, más de una vez me he preguntado quien pudo, como un "socio del silencio", haber sacado provecho de esta catástrofe patrimonial. Y la respuesta señala, inevitablemente, al escultor que, en reemplazo de la obra magistral de Arnaldo Zocchi, haya aceptado colocar una obra suya en el mismo sitio.

Por supuesto que no estoy atribuyendo al autor del conjunto de Doña Juana Azurduy y su mini-ejército verde... (y me refiero al color y a la dualidad de escalas de las figuras que integran este monumento: colosal para doña Juana y…liliputiense para el resto…) ninguna intención ni acción delictiva ni cosa semejante. Simplemente me pregunto si existe una "ética de los artistas", una "deontología del oficio", o alguna clase de elemental pudor, que suene como una alarma, cuando se trata de ubicar una obra propia, pero a costa del desalojo compulsivo de una obra ajena (hace poco asistimos a un hecho similar en un mural platense, perpetrado por un conocido decorador-de-ambientaciones-infantiles-que-ignora-entre-otras-cosas-la-perspectiva-y-la-proyección-de-sombras-como-recurso-pictórico-expresivo-y-simbolico)… Y si esa advertencia, que podríamos, provisoriamente, llamar "moral", no se hace todavía más intensa, cuando la obra desalojada ostenta una cualidad superior y pertenece a un artista de reconocida maestría… Y si esa misma alarma no debería sonar más fuerte aún, cuando la operación de retiro del monumento expulsado podría poner en peligro a la pieza… Y si, en fin, no debería ya sonar como una fanfarria, cuando todo ello ocurre en medio de un escándalo nacional…

Al parecer, ninguno de estos argumentos fue óbice para que el artista aceptara la encomienda y la ubicación de la obra. ¿Cometió algún delito? Sin duda que no. Pero ¿su conducta nos parece apropiada y ejemplar a la luz de otras perspectivas que no sean estrictamente normativas? Cada cual evaluará su respuesta.

Curiosamente, el autor del monumento de reemplazo ha obtenido una notoriedad bastante extraña: pese a que su obra ha logrado un scenario di potere simbolico, un emplazamiento privilegiado que una miríada de artistas de más renombre jamás consiguieron en nuestra ciudad (pienso, rápidamente, en Rodin, en Bourdelle, en Yrurtia, en Lagos o en Dresco), su nombre difícilmente es retenido. Yo mismo, en este preciso instante, no lo recuerdo. Una especie de amnesia selectiva se reitera como una maldición que, quizás, desde las eternidades de ultratumba, haya lanzado el mismo Colón… (No está demás recordar que, en Génova, es creencia de vieja data que existe un conjuro maldito asociado a Colón).

En cualquier caso, como un "socio del silencio", y seguramente sin proponérselo, el escultor de esta polémica Juana Azurduy y su extraño ejército en miniatura, ha sacado provecho (material e inmaterial) de la reprochable y escandalosa operación que finalizó con el retiro de Colón. Como ocurría con aquel inocente Eliot Gould, en la película que presta su nombre a este post.


Juana Azurduy y su ejército en miniatura aguardan el momento de su inauguración.
Foto gentileza Graciela Fernández


Nota: En el momento en que escribo este post, se hace evidente y va tomando conocimiento público el estado de defectuosa construcción y débil pátina de la estatua de doña Juana Azurduy, que he señalado en más de una ocasión durante mis conferencias. Se han encomendado informes técnicos al respecto, pero basta con observar el monumento para obtener una percepción empírica bastante clara del problema. Y mi reflexión me lleva (por vía de contraste y salvando las diferencias obvias), al mundo griego y a una de las siete maravillas del mundo antiguo que enlistó Filón de Bizancio en De Septem Obis Spectaculis: la estatua de Zeus en su templo de Olimpia. Dado que la pieza (obra de Fidias) estaba hecha de crisoelefantino, (es decir, marfil y láminas de oro), debía asegurarse este revestimiento a un bastidor de madera. Para evitar que la humedad del ambiente (que era alta en ese sitio) provocara alteraciones en el soporte (hinchazón y contracción), la madera se mantenía permanentemente aceitada. Incluso se dijo que esta tarea la realizaron durante mucho tiempo los descendientes de Fidias, para preservar la integridad del prestigio artístico de su ancestro. ¡Qué lejos están los estándares locales de semejante esmero aplicado a la preservación de la excelencia de una obra artística!