La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

miércoles, 28 de septiembre de 2022

ARQ. CARLOS HILGER (1950-2022). IN MEMORIAM

 


A Carlos Hilger no lo veía desde tiempo atrás, y lo reencontré hace unos cinco años, por intermedio de Julio Cacciatore. Los temas de conversación no habían variado, aunque la maduración era diferente: la arquitectura, los seudo patrimonialistas vernáculos, el edificio Barolo y Palanti, la masonería, la Divina Comedia, Napoleón Bonaparte, Perón y el peronismo, Dante y sus cenizas, las mañas de los ambientes académicos, y, de nuevo, Dante, Palanti, Perón y Barolo…e ntre otras cosas.

 

Carlos poseía una inteligencia aguda y mordaz, nimbada por ese ineludible pesimismo que encierra todo sarcasmo. Pero no era un ser amargo: al contrario, su talante lo inclinaba al humor verbal y al juego de palabras. Su convicción política era explícita y coherente con su itinerario personal. No era proclive a las concesiones pasteleras para con los mediocres, los camaleones ideológicos o los impostores intelectuales y morales.

 

Cultivaba también cierta atracción por el recóndito universo de las rariora, arcana y aenigmática, aunque siempre hallaba una salida profana. Su conocimiento de la arquitectura moderna era tan sorprendente y connatural como su versación dantesca. Lo recuerdo, recitando de corrido largos párrafos del Infierno, en los cuales acentuaba la pronunciación italiana.

 

La tertulia con Hilger y Cacciatore ocurría, frecuentemente, en un lugar impensable para el convivio sapiencial: en la pizzería La Torre, de Retiro. De ese punto de encuentro sin pretensiones de elegancia, hicimos, por costumbre, un ámbito de causerie con ínfulas eruditas, que se prolongaba por no menos de tres o cuatro horas.

 

La preocupación por el patrimonio identitario argentino (su destrucción, su degradación, su falseamiento) era últimamente un punto de convergencia en nuestra agenda. Paralelo a “su” personal obsesión por aclarar en vano ante los medios de prensa, que no eran suyas muchas de las teorías esotéricas que erróneamente se le atribuían, a propósito del Palacio Barolo, cuyo “guión turístico” era también, para él, era una especie de cruzada personal.

 

Recuerdo ese homenaje que tributamos en el cementerio de la Recoleta al egregio lingüista Matías Calandrelli: los únicos asistentes fuimos Cacciatore (que escuchaba respetuosamente), Hilger (que filmaba respetuosamente) y yo (que leía el discurso). Fue algo cercano al bizarro, pero muy conmovedor.

 

Firmamos juntos (Carlos y yo) una nota para la revista Habitat el 12-X-2021, en la cual le pusimos nombre propio a la estulticia “cholula” y oportunista de encontrar valores patrimoniales relevantes y ejemplares en un chalet edificado en una azotea, frente al Obelisco, en flagrante infracción municipal epocal. Como dije antes, Hilger no hacía concesiones a la frivolidad. Yo tampoco y tampoco Cacciatore. Quizá por eso, mayormente, nuestra afinidad era instintiva.

 

Nos vimos por última vez hace unos meses, de visita, también junto a Julio, en el local anticuario de Enrique Espina Rawson, donde la charla versó acerca de las cosas porteñas de antes.

 

Et in Arcadia, ego… la muerte nos privó del brillo de su presencia y las ironías de su ingenio, pero no logra arrebatarnos el privilegio amical de recordarlo, mientras Carlos habite (desde el viernes pasado), por distancia y por vastedad, en los piélagos de la memoria.



viernes, 16 de septiembre de 2022

“BRISAS DE LOMAS”: UNA RAREZA EN EL REPERTORIO MUSICAL BONAERENSE


Por Oscar A. De Masi

Para Viaje a las Estatuas, setiembre 2022

La historia de esta partitura no la conozco, por más que intenté averiguarla. Pero puedo decir cómo llegó a mis manos.

Fue allá por el año 1990 que me la obsequió el respetado y generoso amigo don Carlos Elías Duchini. El ejemplar lo tenía repetido entre sus papeles de colección y de ahí que verán su rúbrica moderna, a la izquierda, debajo de la letra B mayúscula del título; y su firma más antigua, en la primera página.

Mi intención era, entonces, investigar la historia de la producción musical en Lomas de Zamora, con especial foco en la figura del maestro Honorio Siccardi. Le pedí a don Carlos algún material que él tuviera disponible y, en rigor, nada apareció de Siccardi. Pero, en cambio, me dijo que podía darme “una partitura de una marcha para piano compuesta casi seguramente en Lomas” (sic). La oferta me entusiasmó, porque mi hermana pianista podía rescatar el sonido de esa pieza virtualmente desconocida y que, honestamente, jamás había escuchado. De este modo llegó a mi poder el ejemplar impreso de la partitura.

Se trata de un cuadernillo de cuatro páginas, tapa y contratada, de 25 cm x 35 cm.

La marcha fue compuesta para piano por la señorita María Ester Pitaluga, y arreglada para su ejecución por una banda por el maestro A. Maranesi. Fue dedicada especialmente a los batallones infantiles de La Plata y de Lomas de Zamora. Y, según la cubierta, fue ejecutada por la banda municipal de Lomas de Zamora, aunque no podría precisar cuándo.

Por el sello que luce en la tapa, sabemos que se podía adquirir en el céntrico comercio de F. Lenzi, ubicado en Rodriguez (hoy Hipólito Yirgoyen) n.º 73 de Lomas de Zamora.

Salvo la notación musical, el ejemplar impreso no nos provee otros datos. Pero, en cambio, la cubierta merece una palabra adicional.

La tipografía es definitivamente Art Nouveau, elegante, bella, rebuscada pero legible, adornada con una línea curva o cinta que recorre las palabras, como enlazándolas sutilmente. Cosas del lenguaje epocal Liberty.

Pero el discurso tipográfico y ornamental se complementa con una simpática viñeta que hace las veces de ilustración figurativa. Allí vemos a un niño, o más bien a un adolescente, que integra uno de los mencionados batallones infantiles. Luce uniforme de campo, con sombrero de explorador, camiseta deportiva a rayas, medias altas y calzado sport. Su rostro es algo displicente. Está parado sobre un terreno donde hay matas de pasto de baja altura y con la mano izquierda sostiene el asta de una bandera argentina que ondea al viento.

Por su indumentaria, este jovencito se parece a las figuras que traían en la Belle Epoque los avisos comerciales de las grandes tiendas porteñas como Gath & Chaves, A la ciudad de Londres, A la ciudad de México, James Smart y otras, al anunciar la ropa para niños de la temporada veraniega.

Hasta aquí llegan los datos y la exégesis que puedo ofrecerles, ya que no dispongo de información acerca de la compositora y del arreglador. 

Ciertamente, la composición musical de referencias identitarias lomenses es una rareza y su hallazgo ahora, entre los papeles que recibí de don Carlos, sugiere algunos interrogantes: ¿Habrá sonado con frecuencia en los fastos jubilares de Lomas de Zamora? ¿Habrá sido pegadiza su tonada? ¿Alguien la recuerda?

Las respuestas son para mí, todavía, una incógnita que quizá algún lector o lectora pueda despejar espigando en su memoria. Y para quienes posean la destreza del pianista y quieran hacer el intento de tocarla, aquí les proveo la partitura completa, cuyo original he donado al Museo Americanista de Lomas de Zamora.