La mirada y la interpretación de Oscar Andrés De Masi, arqueógrafo

domingo, 24 de octubre de 2021

Dr. Jorge E. Berardi. Presidente del Círculo Italiano. IN MEMORIAM


Consternado aún por la noticia del fallecimiento del Dr. Jorge Berardi, poco podría expresar, puesto que toda palabra se exhibe indigente ante la medida del dolor, y todo comentario sería, por mucho, inferior en hondura al motivo que lo provoca. Cuesta aceptar que Jorge sea, desde ahora, un habitante del territorio del recuerdo.


Pero aún en la tristeza de este momento, la figura humana de nuestro común amigo (sin entrar a evocar aquí la largueza de sus logros profesionales) se impone con una extraña marca vital, como si aún pudiera ocurrir ese reiterado encuentro, asaz casual, en alguna vereda o en algún café de la Recoleta. Encuentros proclives a la brevedad, pero nutridos de conceptos ponderados. Y hago notar que, consistente con la raíz latina de la palabra "ponderar", su primera acepción en español significa "pesar". Porque así era el modo discursivo de Jorge, que pesaba muy bien cada palabra, con un particular ritmo y el dejo de una entonación sentenciosa. Sus frases eran, ciertamente, "ponderadas", en el platillo de la balanza de su vasta experiencia, de su rigurosa inteligencia y su don de gentes.


Era, sin duda, un caballero cabal que convocaba una inmediata simpatía y que despertaba en sus interlocutores una escucha atenta, basada en ese respeto intelectual que las personas honestas tributan con naturalidad a quienes se han ganado, por la fuerza moral de su conducta y por la fuerza lógica de sus ideas, un sitio de autoridad ante sus semejantes. Una autoridad, en su caso, alejada de solemnidades rígidas, e interlineada con el tono constante de se carácter afable y sus formas cumplidas y ceremonieras.


Jorge Berardi era una de esas figuras de referencia, y su voz atenuada, equilibrada y amable, contrastaba con perfiles nítidos y propios, en el contexto de una sociedad argentina que parece autocomplacida en la construcción de una nueva subjetividad poblada de frivolidades, de enunciados casquivanos y de griteríos sin sustancia.


Era, a su modo, el arquetipo de esa especie virtualmente en vías de extinción, que es el porteño de vieja cepa y buenos modales. Y es una coincidencia notable, que haya partido de este mundo justo un 12 de octubre, que antes se llamaba "día de la raza"; justamente él, que supo sintetizar los valores de una "raza espiritual" antes que etnográfica, cifrada en la cultura y la civilización que nos legó Europa y hundió sus raíces en nuestra tierra durante décadas.


Para Jorge, como amigo, como docente y como líder de equipos profesionales, valen las palabras que Dante Alighieri sintetizó el ethos de Virgilio, su mentor espiritual: Tu duda, tu signore, tu maestro...


Decir que lo vamos a extrañar, como si el verbo conjugado en tiempo futuro fuera a distanciar el instante de la pena, sería una obviedad imperdonable. Porque desde ahora mismo que su patria es el infinito reino de la memoria, comenzamos a extrañarlo.


Oscar Andrés De Masi

12-X-2021





martes, 12 de octubre de 2021

120 AÑOS EDIFICIO DE LA IGLESIA ORTODOXA RUSA: UN LIBRO DEL EDITOR DE NUESTRO BLOG SE SUMA A LA CONMEMORACIÓN

Por Imafronte

Para Viaje a las Estatuas



El domingo 10 de octubre fue conmemorado el 120.º aniversario de la inauguración y la consagración del edificio de la Iglesia Ortodoxa Rusa de Buenos Aires, situada frente al Parque Lezama desde octubre de 1901.


Por la mañana se celebró una solemne liturgia según el rito ortodoxo y, por la tarde, se realizó un acto cultural. En la primera parte, cumplida en el recinto del templo, el Coro Likui, proveniente de Río Negro y dirigido por la maestra Olga Liudkova, ofreció piezas de su repertorio en idioma ruso. La calidad de esta agrupación merece los más calurosos elogios.

 



Previamente, el arcipreste Alejandro Iwazsewicz pronunció un discurso evocativo en ruso y en español.

Luego se pasó al salón parroquial, donde el embajador de la Federación Rusa presidió el brindis y pudieron degustarse diversos bocadillos de tradición gastronómica rusa, mientras se disfrutaba de la muestra de fotografías y de objetos litúrgicos que se expusieron para esa ocasión.


Para el cierre, el Dr. Oscar De Masi fue invitado pronunciar unas palabras de contenido histórico a modo de síntesis de su obra acerca de La Iglesia Ortodoxa Rusa de Buenos Aires, editado por Ágape Libros con el auspicio de la comunidad San Sergio. A su turno, el autor cedió el micrófono al arquitecto Julio Cacciatore, prologuista de la obra, quien se refirió a la arquitectura rusa.



Seguidamente ofrecemos una breve entrevista que realizamos al editor de nuestro blog.


¿Qué sentido tuvo la conmemoración del pasado 10 de octubre?

OADM: En octubre de 1901 se inauguró el edificio de la Iglesia Ortodoxa Rusa frente al Parque Lezama. La piedra fundamental había sido colocada el 18 de diciembre de 1898, en la fiesta de San Nicolás Taumaturgo y onomástico del zar Nicolás IIº .

De este modo, finalmente, lograba hacerse visible la comunidad de los ortodoxos de Buenos Aires.


¿En qué momento de la historia de la diversidad religiosa llegan los ortodoxos?

OADM: La llegada de los ortodoxos es un fenómeno de la segunda mitad del siglo XIX, ya dictada la Constitución Nacional y su fomento de la inmigración, con los flujos aluvionales, cosmopolitas y exóticos, que vienen a completar el cuadro de los contingentes anteriores de ingleses, alemanes, suizos, italianos, españoles y franceses. Ahora llegan familias e individuos de Rusia, del Imperio Otomano, de Siria, de Polonia, de Serbia y Montenegro, de Bulgaria y de la Dalmacia, de Grecia, etcétera. Y con esos grupos llegan la Ortodoxia y el Judaísmo, para completar el panorama de la diversidad religiosa en el país.

La nota constante es que cada comunidad trae consigo una identidad lingüística, cultural y religiosa. Por esto último, cada una de ellas levanta su templo. Y esos edificios que al comienzo eran un patrimonio exclusivo e introvertido de las colectividades, hoy se han convertido en patrimonio común de los argentinos.

 

¿Cómo se organizó la primera comunidad de ortodoxos? 

OADM: ERA una comunidad de varias naciones. Mayormente eran griegos, serbios, montenegrinos, búlgaros, dálmatas y migrantes de lengua árabe (sirios, libaneses, antioquenos) que vivían en La Boca o en Barracas y se dedicaban en gran medida a la marinería. Eran pocos los rusos. Deseosos de practicar su rito de modo apropiado, formaron una asociación en 1887 y peticionan al zar la creación de una iglesia y el envío de un sacerdote. Y lo logran: en 1888 el zar Alejandro IIIº decreta la creación de la Iglesia Ortodoxa Rusa adscripta a la Legación rusa en Buenos Aires.

Fueron comienzos muy modestos, en una pequeñina capilla improvisada en dos locales alquilados en la calle Talcahuano. Para atender ese servicio llega el P. Ivanoff a finales de 1888. Y el 13 de enero de 1889 se celebra la primera misa ortodoxa en la Argentina. Se aprovechó esa liturgia para bautizar a niños y niñas.

De este modo se va perfilando esa minoría multinacional, pero donde los rusos van tomando el papel más activo, al amparo de un Imperio poderoso y protector de la fe ortodoxa aún fuera de las fronteras de Rusia.

 

¿Cuándo y cómo aparece en escena el P. Constantino Izrastzoff?

OADM: Lamentablemente el P. Ivanoff debió regresar a Rusia y la comunidad quedó sin pastor, incluso acumulando deudas por el alquiler del local de la capilla. Entonces aparece en escena el P. Constantino Izrastzoff. Es ruso, había nacido en 1865 en Zadore, se formó con notas sobresalientes en la Academia de San Petersburgo y se hará casado con Elena Bouhade. Llega a Buenos Aires en 1891, o sea que tenía apenas 26 años.

Pero se caracteriza por tres rasgos de su personalidad: una profunda espiritualidad, un carácter ejecutivo y dinámico, y una vasta cultura y tono diplomático. Él se sabe portador de una misión, y por eso confía en la Providencia como hombre de fe, pero también confía en las ayudas humanas. Se ha propuesto levantar un templo digno de la Ortodoxia ancestral, pero los efectos de la crisis del 90 en nuestro país le impiden obtener recursos del crédito local. En 1897 lo encontramos en Rusia, predicando y solicitando ayudas de la familia imperial y del pueblo ruso. Las consigue y con esos recursos, más aportes locales, se levanta el templo. Y ya desde ese momento el P. Izrastzoff se va perfilando como una figura de referencia para los ortodoxos y en especial para la colectividad rusa. Por eso será condecorado por la corte imperial con la Orden de Santa Ana. Y tendrá un papel relevante luego de la revolución bolchevique en la salvaguarda de la integridad de la Iglesia Rusa en la Argentina y en Sudamérica, y en el rescate de muchos compatriotas en el exilio. A su muerte, en 1953, el general Perón autorizó expresamente que fuera sepultado a la entrada el templo.

 

¿Cómo se proyectó el edificio?

 OADM: En cuanto al edificio del templo, se sitúa en un lugar privilegiado que ya existía como tal y estaba de moda en 1901: frente al parque Lezama, un núcleo conectivo de La Boca, Barracas y San Telmo. Hubo varios proyectos previos pero finalmente se encargó el diseño al arquitecto de la corte imperial y del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa, Timofeievich Preobranszensky, con sede den San Petersburgo. Era un arquitecto de enorme prestigio en Rusia y con una vasta experiencia de formación y de trabajo en París y en Italia.

El estilo podría definirse como “moscovita”, que recibe la influencia de un “revival” de la arquitectura histórica rusa en el siglo XIX. Llama la atención el remate con las cúpulas del tipo “bulbosas" que popularmente se llaman “cebollas” Sin duda es una marca exótica en el paisaje urbano del barrio.


¿Cuál fue el rol del arquitecto Christophersen?

OADM: Si bien no fue el proyectista, el papel de Alejandro Christophersen fue relevante porque aceptó no sólo dirigir la obra y donó sus honorarios, sino porque debió hacer un ajuste de la planta del edificio in situ. Ocurre que el proyecto enviado desde Rusia desarrollaba el templo en el sentido longitudinal del lote, orientando el altar hacia el centro de la manzana. Pero según los preceptos de la liturgia oriental, el iconostasio debe estar orientado hacia el este (o sea, en este caso, hacia el río), por lo cual Christophersen debió “girar” la planta del edificio. Por su rol en este proceso merece que su firma esté en la fachada del templo, como de hecho está, pero quizá un acto de justicia intelectual reclame que también figure el nombre de Prebraszensky.

 


¿Cuál es el aporte de este libro acerca de la Iglesia Ortodoxa Rusa de Buenos Aires?

OADM: Más allá de los folletos que en su momento publicó el P. Izrastzoff y un artículo del historiador Alberto de Paula, no existía en nuestra bibliografía un trabajo que abordara en forma completa la historia de la comunidad ortodoxa, y la historia de este templo y sus aspectos estéticos. En ese sentido, el libro viene a llenar un vacío. 

Como todo libro de historia, este libro nos provee un relato histórico. Pero el relato nunca es un fin en si mismo, sino un medio para activar la memoria de una comunidad y evitar que el olvido haga su obra destructora. La historia de esta Iglesia nos habla de la épica de la inmigración, del valor de la fe, y de la fortaleza identitaria de las minorías. He allí el verdadero tesoro que se conserva dentro de la materialidad magnífica del templo. Es una síntesis y una metáfora de la función que desempeña el patrimonio en una sociedad: preservar y resignificar a través de lo material, una memoria y una identidad inmateriales y valiosas.